domingo, 5 de mayo de 2013

 
 
 
TUS PIES, MARIA
Van al ritmo de tu pensamiento: tengo que salir
Caminan con el timón de tu fe
Sorprenden por la rapidez de tu disposición
Avanzan sin tener más horizonte que el llegar para servir.
TUS PIES, MARIA
Apuntan en la dirección que Dios te marca
Corren presurosos para no llegar tarde
Se resienten cuando se detienen, 
y sanan cuando peregrinan
TUS PIES, MARIA
No saben estar en propia casa
suspiran siempre otra donde Tú puedas estar
otros a los que tú puedas lavar o curar
TUS PIES, MARIA
No conocen el descanso ni la tregua
siempre están en movimiento
fecundamente avanzan
constantemente se mueven
y sin pereza para dejar tu casa.
¿Cuales es, María, el secreto de tus pies?
¿No será acaso, María, los hermanos que te esperan?
¿No será, María, que no puedes permanecer sin hacer el bien?
¿No será, tal vez, que en los mil detalles es donde Tú disfrutas?
Gracias, María, por venir a visitarme
Como tu prima Isabel
yo también necesito de tus atenciones:
mi corazón anhela una caricia de madre
mis ideas necesitan ser ordenadas
mi cabeza un regazo donde repostar un momento.
Gracias, María, por poner tus pies en dirección a mi humilde casa.
Amén
 
 

"La paz os dejo, mi paz os doy;
no os la doy yo como la da el mundo.
Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde"

El encuentro con Jesús Resucitado, que ha vencido a la oscuridad y a la muerte, transforma nuestras manos y nuestros corazones en instrumentos de Paz. Pienso en mi entorno y busco y encuentro lugares necesitados de su Paz, y me hago Paz del Señor en ellos. 
Es tiempo de pequeñas paces cotidianas, de cuidar los detalles, es tiempo de la paz del corazón y de la conciencia, es tiempo de alabar y de bendecir.
Jesús Resucitado está entre nosotros, aunque aparentemente se haya ido, es tiempo de confiar (aún en las tormentas), de ser valientes y de no dejar que nuestro corazón tiemble ni se acobarde.
¡Nos ha dejado su Paz!.
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