Señor, abre mis ojos
para que yo vea la necesidad de los otros,
abre mis oídos para que yo oiga su llanto,
abre mi corazón para que ellos no queden sin socorro.
No permitas que tema defender al débil
a causa de la ira del fuerte,
ni que tema defender al pobre,
a causa de la ira del rico.
Muéstrame dónde se necesitan amor, esperanza y fe,
y utilízame para llevarlas allí.
Abre mis ojos y mis oídos para que yo pueda, en este día,
ser capaz de hacer alguna obra de paz por Ti.
(Anónimo, shona prayer, Zimbabwe)
para que yo vea la necesidad de los otros,
abre mis oídos para que yo oiga su llanto,
abre mi corazón para que ellos no queden sin socorro.
No permitas que tema defender al débil
a causa de la ira del fuerte,
ni que tema defender al pobre,
a causa de la ira del rico.
Muéstrame dónde se necesitan amor, esperanza y fe,
y utilízame para llevarlas allí.
Abre mis ojos y mis oídos para que yo pueda, en este día,
ser capaz de hacer alguna obra de paz por Ti.
(Anónimo, shona prayer, Zimbabwe)
sal al exterior y contempla desde fuera la grandeza de Dios.
Mira a tu alrededor, escucha el sonido de los pájaros,
escucha a aquellos que se dirigen a ti;
aquellos que en silencio esperan saborear lo mejor de ti.
Escúchate por dentro y muéstrame tu ser más hondo.
Si sientes que dentro de ti habita un muro de interrogantes, tristezas, soledades...
no te quedes arrinconado detrás de él. No huyas de tu propia realidad.
Con frecuencia no sabemos los planes de Dios, pero las cosas no suceden al azar.
Plántale cara a aquello que te divide,
asómate por encima para ver lo bello que hay al otro lado.
Acepta lo que vive dentro de ti y asúmelo como parte de tu ser.
Aunque no lo entiendas o no lo veas Dios está en ti,
te habita siempre, pero sobre todo en los momentos más dolorosos e incomprensibles.
Déjame asomarme y ver tu grandeza junto a mi;
déjame ver en ti el rostro de Dios,
de un Dios que se muestra débil y fuerte a la vez.
Déjame saltar y tirar contigo el muro que divide la razón y el corazón.
Cuando el muro se destruye se ve lo que hay detrás de él.
Detrás de tu muro estás tu mismo con lo mejor que tienes y que das,
está ese mundo que desea compartir contigo los tesoros que Dios ha puesto en ti.
Y estoy yo, esperando en silencio, acogiendo, admirando, contemplando...
Coge cada uno de los ladrillos de ese muro,
construyamos una casa en la que quepa todo lo que somos, todo lo que Dios nos da.
Una casa que albergue la alegría, la tristeza, la emoción, la devoción, la entrega...
Una casa con paredes y con débil tejado
para que podamos desde dentro
estar más cerca de Dios levantando nuestras manos y alabando al Creador.
Gracias, Dios mío, por ayudarnos a descubrir que...
los muros no solucionan sino que dividen y aíslan.
Gracias por hacernos recordar que el mundo sin Ti está vacío
y tus manifestaciones las tenemos a nuestro lado, ofreciendo amor y unidad.
Uno a uno, paso a paso, golpe a golpe...
nuestra casa se levantará
y abrirá sus puertas a la libertad y amistad.
Encar_AM
www.reflejosdeluz.net
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