domingo, 22 de marzo de 2020

ESTE VIRUS..., QUE NOS TAPA LA BOCA (pero no los ojos)


ESTE VIRUS..., QUE NOS TAPA LA BOCA (pero no los ojos)
“Él (Dios) rescata tu vida del sepulcro, y te corona de piedad y de misericordia” (Salmo 103,4)

Dios no socorre a quien mantiene su corazón cerrado a los demás. Porque ellos, los “otros”, tienen la clave de tu socorro.

Vuelve a leerlo. Si has deducido que el Salmo citado es el anuncio de que Dios te saca de un “apuro” compensándote con Su gloria, vuelve a leerlo. Léelo cuantas veces sea necesario hasta que comprendas que no se refiere a lo que Él hace o hará por ti librándote de una aflicción, sino a los dones que te ha concedido para que tú los apliques a los demás. Eso es “rescatar tu vida del sepulcro”: liberarte de tu condición de “muerto” y hacer de ti un “Alma viviente” portadora de amor y de misericordia, compasiva... Para que tornes vivos y agraciados a los demás que se sienten y viven como “muertos”; es decir, olvidados y ausentes de Dios, desprovistos de Su gracia, perdidos, temblorosos y desorientados..

. Tan alejados de Dios, tan bloqueados, tan abatidos, tan venidos abajo..., tan “muertos”, aún si transitan aparentemente vivos por las calles.
Vuelve a leerlo estos días que abunda el dolor, la incertidumbre y el miedo en el mundo acentuado por la llegada de un “perturbador mensajero” en forma de virus. Porque ante esta situación, el “rescatador” por el que las personas claman ya está aquí, y tiene forma, aspecto y modales de “ser humano”; mujer o varón, pero humano como todos... Solo que ese humano, esos seres humanos, sienten el dolor de otros, su desvalimiento y su desgracia como suyos propios, y acuden de corazón en su auxilio y apoyo.Y eso, esa actitud compasiva, significa ser o estar “coronado de piedad y de misericordia”, provistos de la gracia emanada de Dios. Un don que descubres en ti, no por causa de tu aflicción o tragedia personal, sino por la de los otros, que sientes tuya.

Abre los ojos del corazón... Date cuenta de la sutil dinámica del Amor: ellos, los “otros”, que no saben ni pueden recibirlo de otro modo, lo recibirán de ti en forma de gesto solidario o caridad, ajenos a su verdadera procedencia. Pero, en cada gesto solidario tuyo, en cada sentimiento compasivo hacia el otro, en cada lágrima que brote de tus ojos conmovido por su dolor, tú sentirás la misericordia de Dios por ti..., y cómo se extiende contigo hasta llegar a los más distantes.

Mantén tu corazón abierto, deja fluir la corriente..., que el Amor no ha sido confinado.

Félix Gracia (Marzo 2020)

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