lunes, 5 de enero de 2015

UNA NOCHE ESPECIAL...

Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad. (Juan Pablo II)

¡EXCELENTÍSIMAS MAJESTADES REYES MAGOS DE ORIENTE: MELCHOR, GASPAR Y BALTASAR!
 
Queridos Reyes Magos:
Todos los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros. 
Y, junto con el pensamiento, mi corazón va dictando una serie de deseos que, con 
vuestra ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.
Dejad en el mundo UNA ESCOBA.
 Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo. 
Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de odio.
Traed, y abundantemente JABÓN
Para limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo
como normal y lógico. 
Echad, en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIO.
Para que, los unos a los otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos 
y respetarnos como hermanos.
Esconded, debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, 
tenemos abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales 
por los que luchar.
En un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZUCAR. Las prisas, 
los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo en autómatas. 
Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!
Si, en vuestros almacenes existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS
Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las dificultades, 
los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las diferencias. 
¡Necesitamos suavizar las discrepancias!
Traednos unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo 
en nosotros. Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones 
de la esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos a vestir con el traje de la Fe!
Que vuestros pajes, aunque tal vez piensen que no ocupa nada, que nos 
transporten un poco de ALEGRIA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, 
en el mundo donde vivimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreir!
Todos los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el presente 
año dejadnos unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al colocarlos en 
nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la justicia y del perdón.
¿Tendréis mi número?
Si además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un
IMPERMEABLE para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras 
convicciones religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecido.
Javier Leoz
 
 
"Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en El, los hizo capaces de ser hijos de Dios." Juan 1:11.
Hemos vivido un año mas y no podemos olvidar que el tiempo como la vida, son un Don de Dios. Cada día es un talento que El pone en nuestras manos.
¿Cuantos talentos hemos recibido y como los hemos negociados?
Pensemos en las cosas buenas que hicimos y las hicimos bien. En las cosas buenas que también hicimos, pero no las hicimos del todo bien. Pensemos en las cosas buenas que hemos dejado de hacer y en las cosas malas, quizá echas sin querer; pero también en las cosas malas que hicimos, queriéndolas hacer. Y sobre todo, pensemos y aceptemos nuestros pecados de omisión.
Vivimos casi siempre con una vida espiritual de “mínimos”. Nuestro esfuerzo normalmente se contenta con no pecar: no robar, no matar, no hacer daño a otros, no hacer llorara a los demás.
La espiritualidad de Cristo es de “máximos”. Hasta donde El llego, debemos nosotros aprender a llegar. No basta con no robar, hay que compartir. No basta con no matar, hay que defender y dar la vida. No basta con no hacer daño a otros, hay que hacerles el bien. No basta con no hacer llorar, hay que enjugar lagrimas y hacer sonreír. No basta con no pecar, hay que llenarnos de frutos de buenas obras.
Al final de la vida, al final de este año y al final de cada día seremos examinados del amor que es la gran asignatura, la única y siempre pendiente. Con el amor estaremos siempre en deuda, porque podremos amar cada vez mas, amar a mas y amar mejor. Los días en que no amamos, no cuentan.
Además de los pastores, otros personajes decisivos completan en estos días la escena de Belén. Se trata de los Magos. Los Evangelios no dice que fueran Reyes, pero la tradición ha supuesto –con cierta lógica– que debían ser tales cuando llegan a Jerusalén preguntando por el Rey de los judíos y cuando, además, son recibidos por la máxima autoridad del lugar: el rey Herodes. Por otro lado, sus regalos son los propios de un rey.

Tampoco dice S. Mateo cuántos eran: “Unos Magos venidos de Oriente” (de ahí sus ropajes persas). Esos Magos podían ser dos, cuatro, seis... Pero como fueron tres sus regalos (oro, incienso y mirra), la tradición ha deducido que ese debía ser el número de los que se reunieron en Belén. Lo que sí mencionan las Escrituras es su profesión: eran magos, es decir, estudiosos de las estrellas y de sus movimientos en el Cielo; y precisamente de ese oficio se valdrá Dios para atraerlos –mediante una estrella– hasta el lugar exacto donde se encontraba Jesús.

 

 

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