jueves, 21 de febrero de 2013


Señor, otra vez bajo mi mano, un papel en blanco.
Conforme escribo parece que va naciendo vida, cada vez más intensa.
Y otra maravilla, Señor, en él, te veo.

Sobre la vida en blanco que me has dado,
voy escribiendo cada segundo mi pensar, mi sentir, mi vivir,
como mensaje de luz o tinieblas, como canto o grito,
como sonrisa o llanto, como espejo o proyector.

Mi vida es una página. Cada letra es mi firma.
Pero es curioso, Señor que, en el papel,
vea también a los demás, a miles de rostros.

Saboreo todas las palabras como puente fantástico
que me comunica con muchos.
Veo las letras como entramados sólidos
que unen tantos lazos ideológicos.
Pero también veo, Señor, mis palabras
como barreras que me separan de los otros.

Yo sé, Señor, que para Ti todas nuestras páginas
son interesantes.
Yo sé que guardas fotocopia de todas como si fueran una obra de arte.

Al final de esta página,
algunos, los sabios y los listos, me dirán:
“has emborronado una página”,
los sencillos probablemente digan:
“Gracias porque has puesto corazón en estas líneas
que dan luz y calor”.
Mis amigos dirán:
“Gracias, ya tengo algo más de tu vida”.
Y Tú, Señor, se que dirás:
“Esta página la guardo conmigo porque la hemos escrito entre los dos”.

Quiero ser siempre página en blanco... escribe lo que quieras, Señor.
Tu pluma no araña, ni mancha.

O si prefieres, Señor, escribamos entre los dos, guía tú mis dedos,
seguro que la página de mi vida se entiende mucho mejor.

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