miércoles, 31 de julio de 2013

Érase una fe (2010)

¿Es la fe la misma en la Sabana, en los montes tibetanos o en la selva del Amazonas? Esta es la pregunta que se hacen Charles y Gabriel. Con 23 y 25 años, estos dos jóvenes parten en un viaje al encuentro de los cristianos del otro lado del mundo y de una Iglesia a veces “olvidada”. Así que viajan en bicicleta durante un año por las rutas de la fe para llegar a conocer a estos cristianos olvidados o perseguidos 2.000 años después de Jesucristo. Un solo objetivo para estos mochileros: compartir esta misma fe que une a los pueblos que, en apariencia, son tan diferentes. Su ruta les conduce a Rumanía, Turquía, Siria, Irak, India, Nepal, Tibet, China, Tailandia, Senegal, Mauritania, Algeria y al Amazonas.

 

 Érase una fe (2010) [Bittorrent] [DVDRip]






















Dos amigos franceses, Charles y Gabriel, deciden viajar por distintos lugares del planeta en los que habitan comunidades católicas minoritarias. Irak, India, Nepal, China, Tailandia o el monasterio de Tibhirine en Argelia son algunas de las etapas de su trayecto.
Singular propuesta, rodada cámara en mano, que recoge las desiguales realidades que viven los cristianos de distintos lugares del mundo. Valga como ejemplo que unos feligreses tengan que andar hasta 8 horas los domingos para ir y regresar de misa cuando, como apunta uno de los viajeros, en otros países tenemos iglesias a la vuelta de la esquina. La alegría que destilan estas pequeñas comunidades, a veces, cruelmente perseguidas, sirve de inspiración para aquellos que lo tenemos todo tan a mano, que podemos caer en el riego de acomodarnos en nuestra fe.
El documental también está marcado por el espíritu jovial y aventurero de los protagonistas que se desplazan en unas peculiares bicicletas. Uno de ellos, Gabriel de Lépinau, tras esta gira de casi un año, ingresó en el seminario con la ilusión de convertirse en misionero.
Da la sensación de que el director podría haberle sacado más partido al abundante material con el que ha debido contar, no en cuanto a contenido pues este es muy valioso, sino con un montaje con algo más de chispa.
Contenido cristiano
En este relato multicultural es muy destacable que, aunque los cristianos de los distintos lugares tienen costumbres muy diferentes a las de los jóvenes europeos, les une algo tan universal como la fe.
En el documental dan testimonio cristianos que han sufrido en primera persona la violencia de la persecución y que, pese a todo, viven con plenitud al evangelio perdonando con sinceridad a aquellos que les hicieron mal.


Trailer

martes, 30 de julio de 2013

TRISTE REALIDAD


ENTRADAS

El “Día Internacional de la Amistad” (International Friendship Day) se celebra todos los años el 30 de Julio. Un día para fomentar la amistad entre los pueblos, los países, las culturas y las personas. 
Los orígenes de esta celebración se remontan a una reunión de amigos realizada en Puerto Pinasco (Paraguay) en 1958, en la cual el Dr. Artemio Bracho (fundador de la Cruzada mundial de la amistad), propone la instauración de un día para festejar la amistad entre los seres humanos.
En el año 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió finalmente invitar a todos los países miembros a celebrar el “Día Internacional de la Amistad” el 30 de Julio de cada año. 
  

Hoy eliminaré de mi agenda dos días: ayer y mañana. Ayer fue para aprender y mañana será la consecuencia de lo que hoy pueda realizar.
Hoy me enfrentaré a la vida con la convicción de que este día jamás volverá.
Hoy es la última oportunidad que tengo de vivir intensamente, pues nadie me asegura que mañana volveré a amanecer.
Hoy tendré la audacia de no dejar pasar ninguna oportunidad, mi única alternativa es la de triunfar.
Hoy invertiré mi recurso más importante: mi tiempo, en la obra más trascendental: mi vida; cada minuto lo realizaré apasionadamente para hacer de hoy un día diferente y único en mi vida.
Hoy desafiaré cada obstáculo que se me presenta con la fe de que venceré.
Hoy seré la resistencia al pesimismo y conquistaré al mundo con una sonrisa, con la actitud positiva de esperar siempre lo mejor.
Hoy haré de cada tarea ordinaria una expresión sublime.
Hoy tendré los pies en la tierra comprendiendo la realidad y tendré la mirada en las estrellas para inventar mi porvenir.
Hoy tendré tiempo de ser feliz y dejaré mi huella y mi presencia en el corazón de los demás.
Hoy, te invito a empezar un tiempo nuevo donde soñemos que es posible cuanto nos proponemos y lo realicemos con alegría y dignidad.
 

www.decorarconarte.com. Parte 3



Fuente:

www.decorarconarte.com. Parte 2

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www.decorarconarte.com

"La Piedad" florentina de Miguel Ángel (30x17x17cm)

"Moisés" de Miguel Ángel. Altura: 26cm

"La Piedad" de Miguel Ángel  (26x27x17 cm)


Fuente:

Reforma del Cristo Redentor

EL CRISTO REDENTOR DESDE DENTRO

lunes, 29 de julio de 2013

CRISTO REDENTOR


CRISTO REDENTOR. REPARACIÓN


CRISTO REDENTOR. CONSTRUCCIÓN




El Papa no juzga a los homosexuales, pero se muestra contrario al lobby gay

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=308019
El Papa Francisco ha dicho este lunes que no juzga a los homosexuales, pero se ha mostrado contrario al lobby gay, en unas declaraciones realizadas en el avión en el que viajó de regreso de Río de Janeiro a Roma.
"En un lobby no todos son buenos, pero si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla. El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad", afirmó.
Francisco aseguró que el problema no es tener esa tendencia. "Debemos ser mas hermanos, el problema es hacer el lobby, de esa tendencia, o de políticos, masones. Ese es el problema mas grande", explicó.
El pontífice hizo estas manifestaciones en el avión que le llevó hoy de vuelta de Río de Janeiro a Roma, en el que habló con los periodistas que le acompañaban durante una hora y media, contestando a todas las preguntas que le hicieron en total libertad.
El papa también se refirió a la reforma de la Curia romana y aseguró que no ha notado "resistencia" dentro del Vaticano a la reforma, pero que lo esencial es "la transparencia y la honradez".
A preguntas de Efe, el pontífice se refirió a la reforma del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el banco del vaticano, envuelto desde hace años en escándalos de supuesto blanqueo de dinero, y a la comisión que ha creado para que estudie qué hacer con el llamado "banco de Dios".
"Yo no sé como acabará el IOR. Algunos dicen que tal vez sea mejor (convertirlo) en un banco, otros que un fondo de ayudas y otros que hay que cerrarlo. Yo no lo sé, me fío del trabajo de las personas que están trabajando en esto", dijo.
El papa habló también de la canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, que no será el 8 de diciembre próximo, como se pensó en un principio, debido a que el frío dificulta el viaje de fieles polacos a Roma.
Agregó que las fechas que se barajan actualmente son el 24 de noviembre próximo, festividad de Cristo Rey, o el 27 de abril de 2014, festividad de la Divina Misericordia.

La Catedral de Las Palmas. "Templo de Luz". Una producción de Gino Maccanti

Un homenaje para mi ciudad. Una producción de Gino Maccanti


domingo, 28 de julio de 2013

REFLEJOS DE LUZ

http://reflejosdeluz11.blogspot.com.es 
(Agencias/InfoCatólica) El Santo Padre empezó su discurso reconociendo que la vida de un obispo puede llenarse de precoupaciones por tener que tratar multitud de asuntos, pero alertó contra el peligro de que los pastores caigan en la tristeza: «A veces, la vida de un obispo tiene dificultades y la fe del obispo puede entristecerse. ¡Qué feo es un obispo triste! ¡Qué feo que es!».
Francisco advirtió que hoy en día las personas tienen «la tentación» de «ponerse en el centro», de creer que cada uno construye su vida o que «es el tener, el dinero, el poder lo que da la felicidad». Sin embargo, ha indicado que estos pueden ofrecer «un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices» pero, al final, «dominan y llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos».
«Y terminamos empachados pero no alimentados. Y es muy triste ver a una juventud empachada pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, debe alimentarse de su fe, no empacharse de otras cosas», ha añadido de forma improvisada.
Además, ha asegurado que la fe lleva a cabo en la vida de cada persona «una revolución que se podría llamar copernicana», porque «quita a la persona del centro y pone en él a Dios, de forma que el modo de pensar y obrar se transforma en el mismo de Jesús y el corazón se llena de paz, dulzura, ternura, entusiasmo, serenidad y alegría».
Por ello, el papa Francisco ha invitado a los jóvenes a poner «fe, esperanza y amor» a su vida, al igual que ponen sal a un plato soso, para que «realmente tenga sentido y sea plena, como desean y merecen».
«Pon fe y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección; pon esperanza y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; pon amor y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo», ha explicado.
«Pero, ¿quién puede darnos esto?», se ha preguntado para contestar que es Cristo. Por ello, ha exhortado a la juventud a «poner a Cristo» en su vida. «Pon a Cristo en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; pon a Cristo y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; pon a Cristo y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda», ha añadido.
El Papa ha dicho a los jóvenes que Cristo les «espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio».
De nuevo, improvisando ha preguntado a los jóvenes: «¿Estás dispuesto a entrar en esta onda de la revolución de la fe?». Y les ha indicado que solo así su vida va a tener sentido.
Además, ha recordado a los jóvenes que sí ponen a Jesús en su vida, él les acogerá «para curar, con su misericordia, las heridas del pecado». «No tengas miedo de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia!», ha insistido.
Finalmente, el Papa Francisco ha invitado a encontrar en los otros jóvenes el «lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio» y ha llamado a cada uno a ser «un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo». «Qué bien se está aquí», ha exclamado recordando las palabras de Pedro después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria.

Queridísimos jóvenes 
Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud. Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles a ustedes, jóvenes, la Cruz diciéndoles: “Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (Palabras al entregar la cruz del Año Santo a los jóvenes, 22 de abril de 1984: Insegnamenti VII,1 (1984), 1105). 

Desde entonces, la Cruz ha recorrido todos los continentes y ha atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y la han llevado. Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. 

Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen en sus corazones tres preguntas: ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, queridos jóvenes de Brasil, en estos dos años en los que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz? 1. Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para huir de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?”. 

La respuesta de Jesús fue: “Voy a Roma para ser crucificado de nuevo”. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir en la Cruz. Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. 

Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no pueden ya gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con ella, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, que lloran la trágica pérdida de sus hijos, como en el caso de los 242 jóvenes víctimas en el incendio de la ciudad de Santa María en el incendio de este año recemos por ellos. O que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como la droga; con ella, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que cada día tira toneladas de alimentos; con ella, Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en ella, Jesús se une a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y la corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. 

En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Jn 3,16). 2. Y así podemos responder a la segunda pregunta: ¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado? ¿Qué deja en cada uno de nosotros? Deja un bien que nadie más nos puede dar: la certeza del amor indefectible de Dios por nosotros. 

Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. 

En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos totalmente en Él (cf. Lumen fidei, 16). porque Él nunca defrauda a nadie. 

Solo en Cristo muerto y resucitado encontramos salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de ser instrumento de odio, de derrota, de muerte, en un signo de amor, de victoria y de vida. El primer nombre de Brasil fue precisamente “Terra de Santa Cruz”. La Cruz de Cristo fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño, y en muchos otros. 

A Cristo que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparta con nosotros. 3. Pero la Cruz nos invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto, y a salir de nosotros mismos para ir a su encuentro y tenderles la mano. Muchos rostros han acompañado a Jesús en su camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres… 

También nosotros podemos ser para los demás como Pilato, que no tiene la valentía de ir contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lava las manos. 

Queridos amigos, la Cruz de Cristo nos enseña a ser como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura. Y tú, ¿como quién eres? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María? 

Jesús te está mirando ahora y te dice ¿Me quieres ayudar a llevar la cruz? Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor. Que así sea.


RIO DE JANEIRO, 25 Jul. 13 / 05:33 pm (ACI).- Queridos jóvenes:

"Qué bien se está aquí", exclamó Pedro, después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿Podríamos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, hoy, es bueno estar aquí reunidos en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros, aquí en Río. Pero en el Evangelio también hemos escuchado las palabras del Padre: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle" (Lc 9,35).

Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros hemos de acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen fidei, 7).

Pero, ¿qué podemos hacer? "Bota fé – Pon fe". La cruz de la Jornada Mundial de la Juventud ha gritado estas palabras a lo largo de su peregrinación por Brasil. ¿Qué significa "Pon fe"? Cuando se prepara un buen plato y ves que falta la sal, "pones" sal; si falta el aceite, "pones" aceite… "Poner", es decir, añadir, echar.

Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: "pon fe" y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección; "pon esperanza" y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; "pon amor" y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!

Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio hemos escuchado la respuesta:  Cristo. "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle". Jesús es quien nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta enc. Lumen fidei, 18).

Por eso hoy les digo con fuerza: "Pon a Cristo" en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; "pon a Cristo" y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; "pon a Cristo" y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.

Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Tenemos la tentación de ponernos en el centro, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o que es el tener, el dinero, el poder lo que da la felicidad. Pero no es así.

El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos, y terminamos empachados, pero no alimentados y es muy triste ver una juventud empachada, pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y no empacharse de otras cosas”. 

¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado! Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia.

En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. En el Año de la Fe, esta Jornada Mundial de la Juventud es precisamente un don que se nos da para acercarnos todavía más al Señor, para ser sus discípulos y sus misioneros, para dejar que él renueve nuestra vida.

Querido joven, querida joven: "Pon a Cristo" en tu vida. En estos días, Él te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu corazón. "Pon a Cristo": Él te acoge en el Sacramento del perdón, para curar, con su misericordia, las heridas del pecado. No tengas miedo de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama.

¡Dios es pura misericordia! "Pon a Cristo": Él te espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio. También tú, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo nuestro.

"Qué bien se está aquí", poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Con María, queremos ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. ¡Él nos espera y cuenta con nosotros! Amén.

(Diogo Ximenes/InfoCatólica) El Papa recordó que hoy se celebra la memoria de un santo matrimonio, «abuelos» de Jesús, los santos Joaquín y Ana, y los puso como ejemplo de servicio a la vida y a la fe, como modelo para las viejas generaciones, que hoy son tratadas como «descartables».
«En su casa vino al mundo María, trayendo consigo el extraordinario misterio de la Inmaculada Concepción; en su casa creció acompañada por su amor y su fe; en su casa aprendió a escuchar al Señor y a seguir su voluntad», explicó.
Apuntó que los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido el amor de Dios en el calor que sólo da la familia, hasta llegar a María «que acogió en su seno al hijo de Dios y lo dio al mundo, nos lo ha dado a nosotros».
A través de esta corriente generacional aconteció lo que - dijo- es un acontecimiento luminoso que ha transformado la historia: «la Encarnación, el hijo de Dios se ha hecho hombre en Jesús de Nazareth».
Citando el Documento de Aparecida señaló que «niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos, los niños porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque nos transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida».
Para el Obispo de Roma el dialogo intergeneracional es un tesoro que se debe preservar y alimentar y dijo a miles de fieles - sobre todo adultos - que se congregaron a escucharlo bajo el balcón del Palacio Arzobispal - que lleva el nombre de San Joaquin - que en esta Jornada Mundial de la Juventud los jóvenes quieren saludar a los abuelos.
El dialogo entre generaciones fue también abordado ayer por el Pontífice en el encuentro con los peregrinos argentinos, en la Catedral Metropolitana:
«Yo les pido de corazón a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que trasmite la justicia, que trasmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo. Y ustedes (jóvenes), por favor, no se metan contra los viejos; déjenlos hablar, escúchenlos, y lleven adelante. Pero sepan, sepan que, en este momento, ustedes, los jóvenes, y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión; no se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso, creo que tienen que trabajar juntos».