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Proyectos
rotos, vidas paralizadas, ilusiones perdidas, sueños sin realizar...
Sufrimiento de familiares, sentimientos encontrados, dolor extremo...
Silencios
cortados por las llamadas de auxilio, voluntarios que lo ofrecen todo
para ayudar a pesar de la gran impotencia, despliegue de ambulancias y
personal sanitario, asombro de periodistas...
El tren se salió de la vía y el reloj se paró...
Consternación,
silencio que envuelve a un país, y al mundo entero, ante la catástrofe
incomprensible que rompe el mañana y se paraliza en el presente.
El tren que recoge pasajeros a lo largo del recorrido sin llegar felizmente a su destino.
Despliegue de imágenes y videos en los que se encoge el corazón.
Lista de nombres de los fallecidos, gritos de dolor...
¡Se paró el reloj en la estación!
El
presente se impone al futuro y, desde la fe que profesamos, nos unimos
en oración por las víctimas de este terrible accidente.
Acoge, Dios nuestro, a los fallecidos, cuida a los heridos y da calor a las familias.
¡Unidos en oración!
Encar_AM
Una canción desgarradora para una tragedia que ha conmocionado a España
Tres cosas en la vida
Hay
que abrazar la vida a cada instante. No pierdan el tiempo lamentándose
por el pasado, el pasado ya acabó. Hay que perdonar el pasado y a la
gente que nos hizo daño. No pasarse la vida acusando y lamentándose.
Que pena da la gente que vive quejándose por lo que hicieron los padres.
¿Saben
lo que hicieron los padres?. Lo mejor que podían hacer, lo único que
sabían y podían hacer. Nadie se propone hacer daño a su hijo adrede, a
menos que sea un psicótico.
¿Puedes
perdonar?, ¿Puedes olvidar?, ¿Eres capaz de comprenderlos?, ¿Eres capaz
de abrazarlos? Abrázate a ti mismo. Comprende una vez más que eres un
ser especial, único y maravilloso. ¡Que en todo el mundo hay uno solo
como tú!
Abrázate
querido amigo... Claro que estás tensionado, que a veces cometes
tonterías, que te olvidas de que eres un ser humano, pero lo más
importante de ti es que pese a todo, tienes la capacidad de crecer...
¡Sólo estás comenzando!.
Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: “Venid y trabajad”.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: “Llenadla de pan”.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: “Construid la paz”.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: “Levantad la ciudad”.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: “Es tiempo de crear”.
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: “Venid y trabajad”.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: “Llenadla de pan”.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: “Construid la paz”.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: “Levantad la ciudad”.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: “Es tiempo de crear”.
“Caminando
por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón llamado
Pedro y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran
pescadores, y les dice: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres. Y
ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante
vio a otros dos hermanos: Santiago el de Zebedeo y Juan, que estaban en
la barca con su padre arreglando las redes; y los llamó y al instante,
dejando la barca y a su padre, le siguieron”
(Mt 4,18-22)
“Jesús
recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas,
proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda
dolencia”
(Mt 9,35)
En aquel tiempo, los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:
«Mirad a mi siervo,
mi elegido, mi amado, mi predilecto.
Sobre él he puesto mi espíritu
para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará,
hasta implantar el derecho;
en su nombre esperarán las naciones».
Mateo 12, 14-21
PARA LA VIDA
-
Siguiendo la mejor línea de los grandes profetas, también Jesús sigue
el mismo camino. Por eso, como nos comenta el evangelista, “planearon el
modo de acabar con él” (v. 14), y es que los responsables de Israel
están incapacitados para descubrir y acoger la novedad evangélica que
propone Jesús. Ni su doctrina ni sus acciones, que producen vida, son
aceptadas como signo de la Nueva realidad, de la presencia salvadora de
Dios. Y es que Su proyecto de salvación está en marcha.
-
El evangelista ilumina la acción y el estilo de Jesús en la cita del
Siervo de Yahvé y, que ahora se realiza plenamente en la persona de
Jesús: elegido por el mismo Dios, siempre abierto a su voluntad
salvífica, y, por eso, es su predilecto y se complace en él; animado por
una misericordia inmensa (la caña cascada no lo quiebra), y su actitud
constante es “implantar el derecho y la justicia”. Toda una tarea y un
estilo de actuación. Ése es Jesús. Nosotros, hoy, somos los seguidores
de ese Siervo y los continuadores de su obra de salvación. ¡Vaya desafío
que nos echan a las espaldas...! Si no fuera porque hace dos días nos
recordaba él mismo “venid a mí... mi yugo es llevadero y mi carga
ligera...”
1. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre los ojos a lo que no se ve.
2. Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
3. Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
4. Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino comienza cuando se acaba.
5. Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe dónde colgar tantas emociones.
6.
Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para
ayudar a otro vale más que cien hacia delante sin mirar a tu lado.
7. Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
8.
Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu
camino una vida y de tu vida un camino, en busca de quien es el Camino,
la Verdad y la Vida.
9.
Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo
mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de
tu corazón.
10.
Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho
de silencio; y el silencio, de oración; y la oración, de encuentro con
el Padre que te espera.
Hoy
Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día,sin querer resolver el problema de mi vida de una vez.
Sólo
por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, seré cortés en mis
maneras, no criticaré a nadie, y no pretenderé mejorar o disciplinar a
nadie, sino a mí mismo.
Sólo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en éste.
Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.
Sólo
por dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando
que así como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, la buena
lectura lo es para la salud del alma.
Sólo por hoy hare una buena acción y no lo diré a nadie.
Sólo
por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancia me indiquen lo
contrario, que la paternal providencia de Dios se ocupa de mí como si
nadie más existiera en el mundo.
Sólo
por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo a gozar
de lo bello y a dejarme conquistar por la bondad. Puedo hacer bien
durante doce horas lo que me abrumaría pensar que tengo que hacer
durante toda la vida.
No
te dejes vencer por la tristeza ni abatir por tu propia culpa; la
alegría de corazón es vida en el hombre y el gozo alarga sus años.
Consuélate, recobra el ánimo, aleja de ti la pena, porque a muchos ha
matado la tristeza y no se gana nada con la pena. Los celos y la cólera
acortan los años, las preocupaciones aviejan antes de tiempo, el corazón
alegre es gran festín que hace provecho al que lo come.
Estaba
María junto al sepulcro fuera llorando [...] Jesús le dice: María. Ella
se vuelve y le dice: Maestro. Jesús le dice: Deja de tocarme, que
todavía no he subido al Padre […]. Fue María Magdalena y dijo a los
discípulos: He visto al Señor. (Jn 20)
Quien
deja de buscar, quien cree haber llegado al final del camino, quien
siente haber alcanzado todos sus sueños, en parte deja de vivir. Nuestra
búsqueda tiene mucho en común con esta María. Habrá momentos de
desconsuelo, y otros de reconocimiento. Sentiremos a veces sequedad, y
en otros instantes mágicos percibiremos la hondura, la verdad, la
alegría de un Dios que me llama por mi nombre, que me tiene tatuado en
la palma de su mano, que me ilusiona. Y, como María, tendremos que
acoger la alegría cuando venga, y al tiempo saber dejarla marchar,
sabiendo que eso es la vida, una especie de baile, de camino, de canción
que no se detiene en un punto único, sino que siempre sigue. No
intentes aferrar la alegría o poseerla; acógela como un regalo,
disfrútala como un don, y si hace falta déjala marchar, que en otro
recodo del camino volverá, nueva, fuerte, viva, como compañera del
camino, no como única meta.
En esa ocasión, para acompañar estas reflexiones, las acompañamos de
una poesía de Mario Benedetti llamada Estados de Ánimo, y con la canción
Adelante.
Estados de ánimo
Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas
unas veces me siento
como un acantilado
y otras como un cielo
azul pero lejano
a veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas
pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
como un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces
sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
te mires al mirarme.
RIO
DE JANEIRO, 22 Jul. 13 / 04:24 pm (ACI/EWTN Noticias).- “No tengo oro
ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado:
Jesucristo”, afirmó el Papa Francisco en su primer discurso en tierras
latinoamericanas. Desde el Palacio de Guanabara (Brasil), donde se reúne
con la presidenta Dilma Rousseff, afirmó que llega para en nombre de
Cristo, “alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón”.
El
Papa Francisco llegó este lunes a Río de Janeiro (Brasil), para
participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y encontrarse con
cientos de miles de jóvenes de todo el mundo.
“Dios
ha querido que el primer viaje internacional de mi pontificado me
ofreciera la oportunidad de volver a la amada América Latina,
concretamente a Brasil”, afirmó el Santo Padre en su discurso leído en
portugués, en el que recordó los estrechos lazos que unen a este país
con la Sede Apostólica, así como los “profundos sentimientos de fe y
amistad” que siempre han mantenido a esta nación “unida de una manera
especial al Sucesor de Pedro”.
“He
aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar
por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame
suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana
con ustedes”, añadió el Papa, que durante el trayecto al palacio de
Guanabara fue saludado efusivamente por la población que se volcó a las
calles.
En
su discurso, Francisco también agradeció la acogida de las autoridades
brasileñas y su afecto a los obispos. “Con esta visita, deseo continuar
con la misión pastoral propia del Obispo de Roma de confirmar a sus
hermanos en la fe en Cristo, alentarlos a dar testimonio de las razones
de la esperanza que brota de él, y animarles a ofrecer a todos las
riquezas inagotables de su amor”, afirmó.
El
Santo Padre destacó que el objetivo principal es encontrarse con los
cientos de miles de peregrinos que participarán en la JMJ, “atraídos por
los brazos abiertos de Cristo Redentor” donde buscan “un refugio” y
“volver a escuchar su llamada clara y potente: ‘Vayan y hagan discípulos
a todas las naciones’”.
“Cristo
les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía más poderosa
que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la
experiencia de la amistad con él. Cristo tiene confianza en los jóvenes
y les confía el futuro de su propia misión: ‘Vayan y hagan discípulos’;
vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un
mundo de hermanos y hermanas. Pero también los jóvenes tienen confianza
en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen,
porque saben que no serán defraudados”, afirmó.
Francisco
dijo que al dirigirse a los jóvenes “hablo también a sus familias, sus
comunidades eclesiales y nacionales de origen, a las sociedades en las
que viven, a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el
futuro de estas nuevas generaciones”.
“Es
común entre ustedes oír decir a los padres: ‘Los hijos son la pupila de
nuestros ojos’. ¡Qué hermosa es esta expresión de la sabiduría
brasileña, que aplica a los jóvenes la imagen de la pupila de los ojos,
la abertura por la que entra la luz en nosotros, regalándonos el milagro
de la vista! ¿Qué sería de nosotros si no cuidáramos nuestros ojos?
¿Cómo podríamos avanzar? Mi esperanza es que, en esta semana, cada uno
de nosotros se deje interpelar por esta pregunta provocadora”, añadió.
Francisco
señaló que los jóvenes esperan que se les ofrezcan “las condiciones
materiales y espirituales para su pleno desarrollo (…), para que llegue a
ser lo que puede ser”. Necesitan que se les asegure “un horizonte
trascendente para su sed de auténtica felicidad”.
Finalmente,
pidió establecer “un diálogo entre amigos”. “En este momento, los
brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación brasileña, en
el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa”.
“Que
desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al
Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se
sienta excluido del afecto del Papa. Pasado mañana, si Dios quiere,
tengo la intención de recordar a todos ante Nuestra Señora de Aparecida,
invocando su maternal protección sobre sus hogares y familias. Y, ya
desde ahora, los bendigo a todos. Gracias por la bienvenida”, culminó el
Papa.
Vengo a peregrinar, Señor de los espacios,
hasta lo más profundo del Misterio.
Me atrae, irresistible, la luz de tu horizonte;
tu voz me mana de dentro, y…
se hace fuerza impulsora en mis sueños.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino!…
Ahondando la hondonada
donde habite el silencio.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino!…
Con equipaje austero,
con voluntad y empeño.
Puebla, Señor, mi alma de caminos,
cálzame con tu llamada,
tensa el arco de mis pasos
y lánzame al país de tus secretos.
Llena de entrega el cuenco de tus manos
y amánsala en la vieira de mi espera.
Pon en mis dedos el bastón de marcha;
fiel amigo en mis horas de cansancio,
cruz aupando mi débil resistencia
tras la dura verdad de la calzada.
Acabo de beber el agua fresca,
aquí en la tarde,
y ya mi cantimplora se estremece
con sed ardiente, con ausencias nuevas.
Llénala de tu paz y tu presencia,
¡que yo pueda saciarme, oh Dios, con ellas!
Ponme el manto,
y reviste mi silueta
con la audacia que brota del desierto.
Abre mi ser, Señor, a la sorpresa
que se esconde en la aurora de mi senda
y en la llama del último destello.
Hazme, Señor, sentirme compañero
en ruta hacia la fe y la confidencia.
Hazme, Señor, sentirme compañero,
hermano de las aves y los vientos,
del río, de las rocas y las estrellas,
de los chopos y el tiempo.
Hazme, Señor, vivir en compañero,
compartiendo palabras, pan y suelo,
comprendiendo la historia de las gentes
y sintiendo el latido de los pueblos.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino!…
Inventando caminos tierra adentro.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino…
De Europa hasta Santiago
y hasta el Cielo!
hasta lo más profundo del Misterio.
Me atrae, irresistible, la luz de tu horizonte;
tu voz me mana de dentro, y…
se hace fuerza impulsora en mis sueños.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino!…
Ahondando la hondonada
donde habite el silencio.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino!…
Con equipaje austero,
con voluntad y empeño.
Puebla, Señor, mi alma de caminos,
cálzame con tu llamada,
tensa el arco de mis pasos
y lánzame al país de tus secretos.
Llena de entrega el cuenco de tus manos
y amánsala en la vieira de mi espera.
Pon en mis dedos el bastón de marcha;
fiel amigo en mis horas de cansancio,
cruz aupando mi débil resistencia
tras la dura verdad de la calzada.
Acabo de beber el agua fresca,
aquí en la tarde,
y ya mi cantimplora se estremece
con sed ardiente, con ausencias nuevas.
Llénala de tu paz y tu presencia,
¡que yo pueda saciarme, oh Dios, con ellas!
Ponme el manto,
y reviste mi silueta
con la audacia que brota del desierto.
Abre mi ser, Señor, a la sorpresa
que se esconde en la aurora de mi senda
y en la llama del último destello.
Hazme, Señor, sentirme compañero
en ruta hacia la fe y la confidencia.
Hazme, Señor, sentirme compañero,
hermano de las aves y los vientos,
del río, de las rocas y las estrellas,
de los chopos y el tiempo.
Hazme, Señor, vivir en compañero,
compartiendo palabras, pan y suelo,
comprendiendo la historia de las gentes
y sintiendo el latido de los pueblos.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino!…
Inventando caminos tierra adentro.
Peregrino, Señor…
¡Ser peregrino…
De Europa hasta Santiago
y hasta el Cielo!
En
aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras
lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco,
sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde había estado el
cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
- «Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
- «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice:
- «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
- «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
- «¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
- «¡Rabboni!» (que significa Maestro).
Jesús le dice:
-
«Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y
diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro”».
María Magdalena fue y anunció a los discípulos:
- «He visto al Señor y ha dicho esto».
Juan 20, 11-18
PARA LA VIDA
-
Los relatos evangélicos nos van mostrando los diversos procesos de fe
que se dieron en los primeros testigos del Señor resucitado. Los
discípulos no es que estuvieran muy receptivos al acontecimiento; las
mujeres lo están mucho más. Es el caso de María Magdalena, si bien su
proceso de fe tampoco fue fácil; así, veremos que le confunde al Señor
resucitado con el “hortelano”. Hay un amor profundo hacia Jesús, pero su
mente está embotada. Así, de los signos visibles de ausencia de Jesús
(la tumba vacía), también María tiene que pasar al encuentro personal, a
esa presencia viva. Sólo cuando Jesús mismo la llama por su nombre
“¡María!”, es cuando se produce ese encuentro que transforma, de modo
que de los lloros y lamentos y de confundirle con el hortelano, María
pasa a ser testigo: “anda, vete y diles a mis hermanos...” (v. 17), y va
corriendo: “he visto al Señor” (v. 18).
-
Éste es el camino para cada discípulo y de todos los tiempos: aceptar
el testimonio y ponerse en camino para realizar el proceso de fe, el
encuentro con el Resucitado. Sólo desde ahí será posible el envío. Y los
testigos nos dicen que el mismo Señor Resucitado no tardará en salir al
encuentro y en hacerse reconocer. Aquí estoy yo (estamos nosotros),
también necesitado de esa experiencia Pascual.
FUENTE:
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