sábado, 10 de agosto de 2013

Entradas de Reflejos de Luz.

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.
Se le acercó un letrado y le dijo:
- «Maestro, te seguiré a donde vayas».
Jesús le respondió:
- «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene, dónde reclinar la cabeza».
Otro, que era discípulo, le dijo:
- «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó:
- «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos». Mateo 8, 18-22

PARA LA VIDA
- Se nos ofrece un hecho en el caminar de Jesús, un relato en torno al seguimiento. Y se destaca la radicalidad que supone dicho seguimiento. Y no es que no va a encontrar ninguna seguridad especial a la “sombra del Maestro”, sino que -al contrario- va a tener que vivir en la inseguridad permanente. Incluso, la propuesta del “deja que los muertos entierren a sus muertos” (v. 22) muestra la fuerza vital que entraña ese seguimiento radical.

- Pero en este pasaje impresiona lo que el mismo Jesús vive, su estilo: “no tiene dónde reclinar la cabeza” (v. 20). Su vida es una vida de peregrino, de apóstol itinerante, desarraigado y pobre. Y esa su vida y estilo está muy en consonancia con la propuesta radical que realiza en los casos que nos ofrece el relato evangélico. Todo queda en segundo orden, incluso valores tan vitales como la familia, los bienes. Él camina realmente “ligero de equipaje”. ¡Vaya propuesta! Hoy, su invitación viene a cruzarse con mi vida, con la de cada día. Su itinerancia sigue siendo una propuesta para mí, para nosotros. Sugerente y radical; y, sobre todo, a caminar “ligero de equipaje” ¿Cuántas preguntas e interrogantes nacen dentro de mí? Y... ¡cuántas dudas de mi capacidad de respuesta! Pero está claro: el seguimiento de Jesús (en cualquiera de sus formas y expresiones) va en una línea de decisión generosa. ¿Qué tal te sientes, hermano/a?
La ropa son elementos íntimos y privados que utilizamos las personas para vestir.
Hay tantos estilos de ropa como estilos de personas: elegantes, informales, deportistas, extravagantes, austeros, desenfadados...
El respeto hacia la ropa de los demás, es en definitiva, el respeto a su propia persona, a su forma de entender la vida, los hechos, el trabajo...
En unas mismas cuerdas podemos tender diferentes estilos de ropa de la misma manera que en la vida encontramos variadas personalidades y formas de enfrentarse a los acontecimientos diarios de la vida.
Cuando decimos la expresión "poner al otro a tender" significa que estamos criticando o juzgando su intimidad, su derecho a ser quien es.
Hagamos de nuestra ropa, nuestra vida, un elemento de respeto hacia los demás valorando los dones que Dios ha puesto en cada uno de nosotros y acogiendo la diferencia que nos ofrecen los demás.

Encar_AM
Todos huimos de los peligros que nos acechan por temor a que nos hagan daño.
Hay personas que desafían los peligros porque necesitan generar adrenalina suficiente para valorar "la vida". Otras personas huyen de cualquier situación que pueda alterar su estabilidad física y emocional sin enfrentar la responsabilidad de arriesgarse cuando es necesario.
Las hay, también, que corren peligros innecesarios, desafiando a las leyes físicas y psicológicas creyendo que con eso se hacen más "fuertes".
Creo que los peligros de la vida llegan por sí solos sin necesidad de salir en su búsqueda y, de nosotros depende esconder la cabeza e ignorarlos o afrontarlos con madurez y sensatez.
Los "pequeños peligros" los vivimos a diario: la necesidad de ser lo que somos, de vivir desde la coherencia, de predicar desde la vida aquello que pronuncia nuestra boca, de ser fieles a los compromisos adquiridos, de donar nuestro tiempo a los demás, de mirar con ojos bondadosos a quien camina a nuestro lado... 
No olvidemos nunca que en cualquier peligro de nuestra vida Dios está presente.

Encar_AM


Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.
Intrigado, el amigo preguntó:
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?.

Sonriendo, el otro amigo respondió:
Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón... dónde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo.

"Se necesita sólo de un minuto para que te fijes en alguien, una hora para que te guste, un día para quererlo(a), pero se necesita de toda una vida para que lo(la) puedas olvidar".

El árbol de la vida comienza su existencia cuando somos concebidos y se desarrolla con el paso de los años.
Hay árboles pequeños y otros más grandes, frondosos o secos, con flor o sin ella, agrietados o perfectamente recios...
Las ramas se desarrollan con el paso del tiempo expandiéndose a lo alto y a lo ancho.
El árbol es lo más parecido a la vida humana.
Un tronco estable que somos nosotros mismos, un colorido único y especial dependiendo de las opciones que realizamos. Unas ramas que simbolizan los gestos que tenemos, la forma de ser y, sobre todo, cada cosa que hacemos en nuestra vida.
Lo más importante del árbol no es su apariencia externa, aunque sea importante cuidarla, sino sus raíces. La profundidad y arraigo de las mismas será lo que dé estabilidad al árbol. Del mismo modo, las raíces que echamos en la vida y la profundidad desde donde vivimos las cosas es lo que realmente da sentido a nuestra belleza exterior.
En esa tierra donde se enraíza nuestra vida Dios está presente y nos concede la fortaleza necesaria para crecer, madurar y Vivir.

Encar_AM

Una alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro. El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres llenos de ángeles. San Pedro se detuvo
frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas". El alma miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas
hojas de papel de personas de todo el mundo.

Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección, y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron". El alma vio cuán ocupada estaba. Había tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.

Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, el alma se detuvo en la última sección. Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro al alma.

"¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" preguntó el alma.

"Esto es lo peor"- contestó San Pedro. "Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento".

"¿Cómo uno agradece a las bendiciones de Dios?", volvió a preguntar el alma.

"Simple", contestó San Pedro, "sólo tienes que decir: -Gracias Señor-".


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