SAN MATÍAS
En el libro de Los Hechos de los Apóstoles se afirma que Matías fue un discípulo que acompañó a Jesús, desde el Bautismo hasta la Ascensión.
Cuando Pedro decidió proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, el que había traicionado a Jesús, los candidatos fueron José, llamado Bernabé y Matías. Finalmente, la elección cayó sobre Matías, quien pasó a formar parte del grupo de los doce (Hch 1, 15-26).
El Espíritu Santo descendió sobre él y los demás Apóstoles en Pentecostés, y Matías se entregó a la misión.
Clemente de Alejandría afirma que se distinguió por la insistencia con la que predicaba la necesidad de mortificar la carne para dominar la sensualidad. Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que sufrió persecuciones de parte de los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo finalmente la corona del martirio en Cólquida.
SAN JOSÉ OBRERO
El día 1 de mayo del año 1955, el papa Pío XII, instituyó la fiesta de san José Obrero. Fue para hacer del día del trabajador una fiesta que tuviera como punto de partida el amor a Dios.
Es lo más natural que sea el titular de esta fiesta cristiana José, el esposo de María y padre de Jesús en el mundo, ya que él fue un trabajador como todos, al que nada le fue fácil, porque a pesar de la noble misión recibida de Dios, siempre fue uno más del pueblo, un trabajador que entendió de carencias, que supo de estrecheces en su familia y que las llevó con dignidad. Sufrió la emigración forzada cuando tuvo que huir a Egipto, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador con todas las dificultades laborales que ello conlleva. A José se lo conocía en su tiempo como «el artesano o carpintero» y a Jesús se le daba el nombre descriptivo de «el hijo del artesano o carpintero».
Teniendo a san José como patrono, la fiesta del día del trabajador sugiere honra a Dios, agradecimiento, descanso y regocijo. Hay que honrar a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan.
PAPA SAN JUAN XXIII
Ángelo Roncalli nació el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, Italia. Su familia vivía del trabajo del campo, y profesaba una gran devoción religiosa.
Ingresó en el seminario de Bérgamo, y estudió para ser sacerdote. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma.
En 1905 fue nombrado secretario del obispo de Bérgamo. A la vez era profesor del seminario y colaboraba en otras actividades pastorales.
En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio del Vaticano. Fue llamado a Roma por el papa Benedicto XV para ser presidente, en Italia, del Consejo Central de las Obras Pontificias para la Propagación de la Fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 el papa Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de Areópoli. En 1935 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. En diciembre de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, el papa Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París. En 1953 fue creado cardenal y enviado a Venecia como patriarca.
Tras la muerte del papa Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. Su pontificado duró menos de cinco años. Convocó el Sínodo Romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico y convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II, que fue el evento más grande e importante que vivió la Iglesia en los últimos tiempos. Falleció la tarde del 3 de junio de 1963.
El 27 de abril de 2014 el papa Francisco lo proclamó santo y su fiesta se celebra el 11 de octubre, porque esa es la fecha de apertura del Concilio Vaticano II en 1962.
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
Mientras Europa vivía la Primera Guerra Mundial, el 13 de mayo de 1917, la Santísima Virgen María se apareció en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: a Lucía Dos Santos, de 10 años, y a sus primos Francisco y Jacinta Marto, de 9 y 6 años respectivamente.
Sucedió que al mediodía los tres niños vieron cómo se encendía un relámpago de la nada y una señora bellísima se apareció. Los exhortó a la oración, especialmente del rosario, con el fin de apresurar el final de la guerra y para la conversión de los pecadores del mundo entero.
La señora se apareció otras cinco veces ese año, y los tres pastorcitos regresaron cada 13 al lugar de la aparición, una localidad llamada Cova de Iria, para hablar con la bella señora, mientras una multitud de fieles, cada vez mayor, los acompañaba al lugar.
Las autoridades civiles y religiosas intervinieron interrogando a los tres niños y encerrándolos en la cárcel para asustarlos y obligarlos a decir la verdad. Pero eso no detuvo el flujo de los peregrinos, y por ello fueron liberados.
En el mes de octubre del mismo año, durante su última aparición, la señora se reveló como la Virgen del Rosario, recomendando la oración y la penitencia.
Las apariciones fueron acompañadas de fenómenos meteorológicos, tales como, la danza del sol, que fueron atestiguados por miles de fieles.
En el tiempo en que sucedieron las apariciones, la Virgen, según testimonio de los videntes, realizó varias profecías y recomendaciones y entregó a Lucía tres mensajes conocidos como los tres secretos de Fátima.
En 1930 la Iglesia reconoció y autorizó el culto a la Virgen de Fátima.
FUENTE:
http://dibujosparacatequesis.blogspot.com.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario