Hoy quiero hacerme eco de estas palabras de Salvador Giménez Valls, Obispo de Menorca.
"Cuando
el ser humano o el grupo social persigue una finalidad que le
beneficia, le compensa o le agrada, utiliza todos los medios a su
alcance para que el resultado final sea exitoso. Los elementos que
complementan o ayudan para tal fin son tenidos en cuenta e, incluso, se
agradece su existencia.
La finalidad de la Iglesia es la evangelización, dar a conocer a Jesucristo a los demás en todo tiempo y en cualquier circunstancia, sin descanso y con alegría, empleando la palabra y, sobre todo, el testimonio de vida personal y comunitaria que emana de las entrañas del Evangelio.
Todas
las comunidades cristianas tienen muy clara esta finalidad. Todos los
cristianos luchan cada día por conseguirlo con una clara apuesta por la
coherencia personal y el anuncio explícito.
Valga
esta breve introducción para recordar la importancia de la enseñanza de
la religión católica en las escuelas. Ha de ser una constante en la
mentalidad de los católicos aprovechar todas las instancias, las
plataformas, los ámbitos eclesiales y extraeclesiales para evangelizar.
Naturalmente que tenemos claro la especificidad de cada lugar y de cada
ocasión. No es lo mismo el papel de los padres cristianos en el reducto
familiar que el impacto visual de las paredes exteriores de la Sagrada
Familia de Barcelona. Sabemos qué hacer en el ámbito de la catequesis
parroquial y cuál es nuestra función en el mundo escolar. Poseemos ya
muchos estudios y documentos explicando las potencialidades de cada
acción y los perfiles adecuados de los responsables de llevarlas a cabo.
Pido
otra cosa, mucho más sencilla, en el comentario de esta semana.
Solicitar de todos un clima favorable para la asignatura de religión en
los centros escolares. Y también rogar a los padres, o en su caso a los
mismos alumnos, que inscriban a sus hijos en esta parte del conocimiento
humano, con unas características propias, que lo hacen apto para entrar
sin dificultades en el mundo de la escuela.
La
mencionada inscripción no es un privilegio que detenta la Iglesia y lo
hace valer el obispo correspondiente. Es el derecho constitucional de
los padres que desean que sus hijos reciban una educación acorde con sus
propias convicciones. Y éstos lo deben hacer por propia coherencia
personal y familiar. Más aún, los padres católicos tienen la obligación
de utilizar todos los instrumentos a su alcance para evangelizar a sus
hijos. No se deben conformar con la catequesis parroquial. El ámbito
escolar proporciona una explicación razonable a su fe. Todo complementa y
ayuda a un mejor conocimiento del mensaje del Señor. Que no pongan
banales excusas ni falsos razonamientos para dejar de valorar esta
enseñanza o no aprovecharla en beneficio de sus hijos. Es cierto que hay
otros medios que también ayudan a la evangelización como las fiestas,
las costumbres populares, la historia, el arte, los medios de
comunicación social y los cristianos los han de utilizar en coherencia
con su fe.
Termino
con una referencia concreta a nuestra diócesis: desciende cada año el
número de los inscritos en la enseñanza de la religión. Comprendo todas
las dificultades habidas hasta ahora pero no quiero que esto sea una
excusa para no recordarlo y para no insistir en utilizar esta magnifica
oportunidad en beneficio de los niños y jóvenes de nuestra sociedad.
Ruego al Maestro que despierte en todos los responsables de la enseñanza el interés por hacer realidad este gran derecho. " AGENCIA SIC
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