“Sí a la asignatura de religión en la escuela”, la opinión del Secretario General de la Federación de Enseñanza de USO
En relación a la polémica suscitada por la publicación en el BOE del currículo de la asignatura de religión católicaSí a la asignatura de religión en la escuela
Por Antonio Amate, Secretario General - Federación de Enseñanza de USO
“En USO siempre hemos defendido la
presencia de la asignatura de religión en la escuela pública
ajustándonos al mandato constitucional del artículo 27.3.”
Es tradicional que cualquier aparición
pública de un hecho religioso suscite una polémica muy acalorada entre
sus detractores, habitualmente autoadornados con las condecoraciones de
la modernidad, de la democracia, del cientifismo y del poder soberano de
los ciudadanos. No faltan voceros desde todas las tribunas políticas,
culturales o sindicales, escandalizados porque en un Estado Moderno
existan organizaciones con más de dos mil años de historia que pretendan
tener algo que decir todavía hoy sobre las personas y sobre el
significado de la realidad.
He leído con detenimiento ese currículo de la asignatura de religión
y he tenido la fortuna de poder compararlo con el libro de catequesis
para la primera comunión que usa uno de mis hijos. Ambos parten de
perspectivas claramente diferenciadas, pues mientras el segundo es una
manual para conocer y practicar el cristianismo, lo que hay en el BOE
es principalmente una recopilación muy básica para explicar en qué
consiste el hecho cristiano y si tiene algo que decir hoy sobre las
grandes cuestiones que siempre han retado y preocupado a la humanidad.
De acuerdo, estos contenidos son una hipótesis más sobre lo real, pero
es tan respetable como cualquier otra, y con el mismo respeto aún más si
cabe hacia las personas que pensamos –no sólo creemos- a partir de ella.
Es inevitable recordar que la asignatura de religión es voluntaria
para el alumnado, y que casi el 65% de las familias siguen eligiéndola
año tras año. Y también, que si se imparte en un centro de enseñanza
reglada tiene que ser una asignatura de verdad, como todas las demás,
también evaluable, construida e impartida con rigor, porque a la escuela
no se va a perder el tiempo que no es lo que precisamente sobra en el
sobrecargado horario de nuestros alumnos.
El profesorado que imparte esta
asignatura en los centros públicos ha experimentado una gran mejora en
su cualificación y en su preparación, también en su situación
profesional a pesar de los agravios laborales que ha venido padeciendo y
que tras un largo y tenaz proceso negociador y judicial en el que USO
ha sido protagonista, va consiguiendo equipararse al de los demás
compañeros de sus claustros. Y que si bien es cierto que su acceso a la
docencia es diferente, no es menos cierto que se juegan clase a clase el
mantenimiento de su puesto de trabajo, que en su caso está supeditado
año tras año al número de familias que eligen voluntariamente la
asignatura de religión.
De lo publicado en el BOE selecciono por su interés dos párrafos: -“El
artículo 24 del Real Decreto 1105/2014, establece que el Bachillerato
tiene la finalidad de proporcionar al alumnado formación, madurez
intelectual y humana, conocimientos y habilidades que le permita
desarrollar funciones sociales e incorporarse a la vida activa con
responsabilidad y competencia. A dichos logros puede contribuir de
manera satisfactoria la enseñanza de la religión, facilitando el
desarrollo del juicio crítico, enseñando a observar y analizar la
realidad con respeto, en claves de libertad, responsabilidad, verdad y
apertura a la cuestión del sentido”-
-“La enseñanza de la religión
católica en la escuela responde a la necesidad de respetar y tener en
cuenta el conjunto de valores y significados en los que la persona ha
nacido como hipótesis explicativa de la realidad y que se denomina
tradición”-
De este modo se establece en el
preámbulo del currículo de Bachillerato y de Primaria la posición
inicial sobre la que se construye todo el currículo. ¿Hay algo de
extravagante en ello? Cada asignatura tiene un vocabulario que le es
propio, su propia etimología. Nadie se escandaliza si en una clase de
arte se habla de arcos, dinteles, o girolas. ¿Pero ocurre lo mismo si se utilizan términos como resurrección, milagro, biblia o Jesucristo en la asignatura de religión
Las objeciones más comunes contra la
religión interpretan una historia real con más de dos mil años de
antigüedad en la que ha habido de todo, héroes y villanos, y sin lugar a
dudas muchos más de los primeros. Pero la posición de los cristianos en
la sociedad civil del siglo XXI no tiene nada que envidiar a la que
puedan tener otros colectivos, con una integración plena y comprometida
en la vida democrática, en la economía, en la cultura moderna, con una
contribución inigualable en la lucha contra las desigualdades y en la
promoción de los más desfavorecidos y excluidos desde la más absoluta gratuidad.
Lo que resulta anacrónico son las
declaraciones fantasmagóricas de algunos personajes públicos que parecen
atrapados en el pasado, que confunden aconfesionalidad con laicidad,
dogmáticos en sus planteamientos, atrincherados en argumentos
completamente descontextualizados y apolillados, invocando a Darwin o al
último neurocientífico de moda. Son siempre polémicos temas culturales
con un profundo contenido ético. Debatir y rivalizar respetando las
reglas del juego democrático para ser una mayoría social permite entrar
en el tablero de juego a todos los ciudadanos, entre los cuales, quienes
profesan el cristianismo como religión hoy, en nuestro estado de
derecho son afortunadamente unos más.
En trece estados de la Unión Europea la
religión es obligatoria. España es uno de los otros catorce en los que
es voluntaria. Todos los estados europeos financian la asignatura de
religión. Como el propio José Antonio Marina afirma en El Confidencial
Digital del dia 3 de marzo, (el preámbulo) presenta la experiencia
religiosa y, en concreto, la católica, como un modo de interpretar la
realidad, de acuerdo con la experiencia de la humanidad. Esta me parece
una propuesta humilde, completamente negada por el currículo, que puede
admitirse sensatamente.
No comparto esa nombrada incoherencia
entre el preámbulo y lo que viene después, pero entiendo mejor el debate
en estos términos, no excluyentes. En USO siempre hemos defendido la
presencia de la asignatura de religión en la escuela pública
ajustándonos al mandato constitucional del artículo 27.3. También la
dignidad de la asignatura con respecto a un crédito horario no ridículo
(45 minutos o incluso 30 minutos), y la dignificación laboral del
profesorado que la imparte en condiciones de heroicidad en algunos
casos.
Antonio Amate
Secretario General - Federación de Enseñanza de USO
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