En este enlace podréis descargar un documento con un encuentro de oración para el mes de octubre
|
Se
pronuncia la palabra «libertad» e inmediatamente algunos piensan:
«Puedo hacer lo que quiera»; o, incluso, «puedo hacer lo que me da la
gana»
Se pronuncia la palabra «libertad» e inmediatamente otros piensan: «éstos tienen la intención de hacer algo malo».
Y, Jesús, toma la palabra y dice:
«Si os mantenéis en mi Palabra seréis mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»
(Jn. 8, 31)
Y,
desde entonces, es verdaderamente libre, no quien hace lo que le
parece, sino aquel que logra renunciar a todo aquello que le impide ser
él mismo y logra elegir el camino que le lleva a la plenitud. La
libertad es inseparable de la vocación personal, de la voz que con
fuerza Dios pronuncia en lo más hondo de nuestro ser.
La
verdadera libertad comienza aquí: dándome cuenta de que soy llamado, de
que soy requerido para ser fiel a mi mismo, para ser fiel al proyecto
de vida buena y bella que Dios, al crearme, pensó para mi.
Por
eso, la libertad no es apetencia, ni camino desviado. Es vocación de
fidelidad. Piensen lo que quieran los superficiales: el que ama la
libertad ama un camino difícil. No busca soluciones fáciles. Al
contrario, reivindica, defiende, una incómoda responsabilidad: mantener
la fidelidad a la Verdad.
El
camino de la libertad es duro porque asume y defiende siempre la
verdad. Y a esto se debe añadir que muchas veces los demás hacen que
este camino sea más difícil aún. Hay una especie de cruel oposición a la
vida del hombre y la mujer que luchan por su libertad.
Señor,
que nadie ni nada me separe de tu verdad; que sepa renunciar a todo
aquello que me impide ser fiel a la voz que tu pronuncias en mi
interior; que aprenda, con paciencia, a recorrer las sendas de la
libertad para que mi vida sea fuente de luz, sea fuente de amor para los
demás.
|
En este enlace podréis descargar un tríptico con oraciones de buenos días para Ed. Primaria
|
Evangelio: Lucas 11,15-26
"Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros"
Otros,
para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus
pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se
derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo
mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder
de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú,
vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos
serán vuestros jueces. Pero, si yo echo les demonios con el dedo de
Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un
hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros.
Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de
que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí;
el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de
un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar;
pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al
volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros
siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de
aquel hombre resulta peor que el principio."
|
Evangelio: Lucas 11,5-13
"Pedid y se os dará"
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si alguno de vosotros tiene
un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame
tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada
que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes;
la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo
levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que,
si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la
importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.Pues así os digo a
vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá;
porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un
huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"
|
Erase
una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto
día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y
finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era
su "cabo" y que servía para ser "encendida". Ser "encendida" ¿qué
significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca
lo supiese, porque era algo muy doloroso.
Nuestra
pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le
habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser
encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que
por fin un día, "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre", llegó con
su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se
sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y le da
seguridad a los corazones.
Muy
pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo
una alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de
que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el
interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse…
Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que
su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte
conciencia su nueva vocación.
A
veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz,
pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un "estar
ahí", tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la
llama, de dejar morir la luz para no sentirse tan molesta.
También
se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que
buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar
la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de
ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más
aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a
darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca
habían tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a
derretirse. Las demás, porque no pudieron defenderse de algunas
corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender
otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la
luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características,
tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada
día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse,
encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas
mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.
Cuando
presentía que se acercaba el final, porque se había consumido
totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz
muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro:
¡Cristo está vivo en mí!
|
Descargar el documento word en este enlace
|
El maestro sentencio:
- «Si la piedra dijese “una piedra no puede construir una casa”, no habría casa. Si la gota
dijese
“una gota no puede formar un río”, no habría océano. Si el grano dijese
“un grano no puede sembrar un campo”, no habría cosecha. Si el ser
humano dijese “un gesto de amor no puede salvar a la humanidad”, nunca
habría justicia, ni paz, ni dignidad, ni felicidad sobre la tierra».
(Sobre una idea de “El Trigarral”)
|
Para vivir en paz habría que dejarse llevar de los silencios... Y desviarse desde ahora de los caminos del rencor... Y rodearse de lo simple... Y darse cuenta que los problemas tienen el sublime y digno papel de hacernos densos y fuertes ante las dificultades y acrecentar los pasos fértiles del alma.... Para vivir en paz hay que comenzar por entender que en el juego que jugamos, las caídas y las derrotas no cuentan... Para vivir en paz hay que empezar por disfrutar del silencio... Y entender como un deber, el olvidar las recetas dadas, el mapa trazado y las vías de seguridad... Para ser feliz, entonces, bastará con tener paz, con desear la vida, con apreciar el regalo de sus esencias, entender que el mundo no es sólo ancho, sino diverso y que no todo está dispuesto matemáticamente para complacernos... Y así, al final, aceptaremos que para vivir en paz tenemos que entender, solamente, que como prisioneros de la vida misma, estamos irremediablemente condenados A VIVIR EN PAZ. |
viernes, 11 de octubre de 2013
MEGAPOST REFLEJOS DE LUZ
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario