Cuantas
veces, Señor, oímos que te haces fuerte en nuestra pobreza, en nuestra
debilidad, en nuestros fracasos, en nuestros miedos, en nuestras
humillaciones, en nuestras soledades, en nuestras dudas… Tu viviste ese
miedo, ese fracaso, ese dolor, ese sufrimiento, esa soledad… bueno
mejor, los sufriste… Sé que tengo que tener esperanza, pero a veces
señor la vida me puede, y me encuentro débil, pobre, fracasado,
humillado, sólo… y encima sin ti. Tal vez la Semana Santa es un tiempo
en el que nos toca descalzarnos y hacer silencio ante el misterio del
dolor, pero, a tu manera, sin rendirnos.
martes, 11 de abril de 2017
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