Hoy celebramos en toda la Iglesia la advocación de María, Auxiliadora de los Cristianos.
En
María Auxiliadora, nos alegramos por la victoria de Cristo Resucitado,
vencedor del pecado y de la muerte. Todas las fiestas cristianas remiten
siempre, en último término, a la Pascua del Señor, la fuente de donde
mana toda la vida del Cuerpo.
Los
hijos de la Iglesia acudimos a María Auxiliadora en nuestras
necesidades, con la confianza de sabernos escuchados y amparados por
ella, nuestra buena Madre.
En
la lucha contra las fuerzas del mal, que como león rugiente nos rondan
buscando a quién devorar, invocamos a María Auxiliadora. Ella aplasta la
cabeza de la infernal serpiente, y es nuestro escudo frente a las
flechas incendiarias del enemigo.
Porque
somos débiles y pecadores, invocamos a la Auxiliadora, para que
nuestros corazones no se dejen seducir ni por la concupiscencia de los
ojos, ni por la soberbia de la vida, ni por la vanidad de las riquezas.
Cuando
se nos acaba el vino, cuando el olivo olvida su aceituna, y nos toca
atravesar áridos valles de escasez, invocamos a la Auxiliadora. Ella,
tesorera de las riquezas del Señor, atrae sobre nosotros el socorro
divino, y adelanta la hora de la misericordia, como si una lluvia
temprana nos cubriera de bendiciones.
María
Auxiliadora, ven, camina con nosotros, defiéndenos, que la Palabra de
Cristo abunde en nuestros corazones y la tengamos siempre en la mente, y
en los labios, como una espada.
María
Auxiliadora, ven, camina con nosotros, haz que el fuego de la caridad
esté siempre encendido, para que hagamos lo que Él nos manda y vivamos
el Mandamiento Nuevo del Amor fraterno: que nos amemos los unos a los
otros como Él mismo nos ha amado.
María
Auxiliadora, ven, camina con nosotros, enséñanos a ser verdaderos
discípulos de Jesús, el Maestro, y que nosotros mismos seamos el auxilio
de nuestros hermanos y hermanas.
Sí, María, madre nuestra, prolonga en nosotros y nosotras tu misión de auxiliadora. Amén.
Felicitaciones
a todos los que en la Iglesia viven el carisma Salesiano, que los hijos
de Don Bosco caminen siempre bajo la guía protectora de María
Auxiliadora.
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