La
gente diferente es aquella que se sale de lo "común", aquella que
quiere ser ella misma sin importarle lo que piensen los demás.
Las
personas distintas son las que no siguen a la masa, las que caminan con
zapatos de colores para alegrar su vida y la de los que caminan junto a
ellos.
Las personas diferentes no
son las extravagantes o raras... son simplemente las que quieren ser
fieles a aquello que son, piensan, sienten y creen.
Esas
personas diferentes con frecuencia son señaladas, cuestionadas e
incluso criticadas por la sencilla razón de que se salen del molde que
les rodea.
Yo, apuesto por esas
personas, por su mirada sincera, su talante distinto, su respeto a los
otros, su improvisación ante la vida, su capacidad de crear cosas
nuevas, su personalidad especial...
Y
sobre todo, apuesto por su valentía, por no dejarse influenciar, por
ofrecer los mismos mensajes con diferentes formas, por apostar por la
vida y por no dejarse llevar.
¿No fue diferente Jesús de Nazaret? ¿no rompió estructuras? ¿no fue alguien incomprendido por su "especialidad!?
Está claro que la gente diferente hace la vida más divertida y más auténtica.
reflejosdeluz@yahoo.es |
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Posted: 02 Apr 2014 09:30 AM PDT
¡Qué bueno es detenerse!
Señor, me gustaría detenerme en este mismo instante. ¿Por qué tanta agitación? ¿Para qué tanto frenesí? Quiero hablar contigo, Señor. Quiero abrirme a tu Misterio. Siento que una agitación frenética invade todo mi cuerpo que va y viene, se agita, esclavo de la prisa. Señor, me gustaría detenerme ahora mismo. ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tanta agitación? Yo no puedo salvar al mundo. Yo soy apenas una gota de agua en el océano inmenso de tu maravillosa creación. Lo verdaderamente importante es buscar tu Rostro. Lo verdaderamente importante es detenerse de vez en cuando, y esforzarse en proclamar que Tú eres la grandeza, la hermosura, que tú eres el Amor. Lo urgente es hacer y dejar que Tú hables dentro de mí. Vivir en la profundidad de las cosas y en el continuo esfuerzo por buscarte en el silencio de tu misterio. Mi corazón continúa latiendo, pero de una manera diferente. No estoy haciendo nada, no estoy apurándome. Simplemente, estoy ante Ti, Señor. Y qué bueno es estar delante de Ti. Amén. Ignacio Larrañaga |
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.LA
HORA DE LA CONVERSIÓN. Es una llamada a redescubrir nuestro origen. A
poner en hora nuestra vida cristiana. No es tanto un esfuerzo personal
cuanto, de nuevo, ir al encuentro de Aquel que nos ama.
.LA
HORA DE LA VERDAD. No caminamos hacia la nada. El tiempo de cuaresma
nos pone en órbita hacia la Pascua. Nuestro final definitivo no es la
gran mentira en la que viven sumidos muchos hombres. Nosotros, porque
Cristo nos lo aseguró con su propia existencia, sabemos que hay una gran
Verdad: la vida de Jesús y sus promesas.
.LA
HORA DE LA CARIDAD. Sin obras, nuestra fe, queda coja. Pero, nuestras
obras sin referencia a Dios, pronto se agotan. Pueden derivar incluso en
el puro humanismo. La hora de la caridad cuaresmal nos centra en Aquel
donde nace el paradigma del amor: Cristo.
.LA
HORA DEL SILENCIO. El silencio es un bien escaso. No se encuentra en
cualquier lugar ni se compra en cualquier establecimiento. Una campana,
una iglesia abierta….pueden ser una llamada a poner en orden lo que tal
vez llevamos atrasado: la visita con el Señor. La oración.
.LA
HORA DE LA PALABRA. ¿Cómo podemos encontrar el camino si no dejamos que
el Señor nos lo indique? El reloj cuaresmal nos hace llegar con
prontitud a la escucha de la Palabra. Es un tiempo de audición de lo
santo, de captar aquello que es esencial para nuestra fe.
.LA
HORA DEL AYUNO. Acostumbrados a mirar al reloj para la hora de la
comida, la cuaresma, lo paraliza. Nos hace comprender que, la ansiedad,
no es buena consejera para tener hambre de Cristo. Es un buen momento
para ayunar de excesos, malos modos, blasfemias, odios, ingratitud,
preocupaciones, críticas…..
.LA
HORA DE LA PENITENCIA. Nos gusta el llano y antes que una simple
carretera preferimos la autopista. La cuaresma nos recuerda que el
sacrificio nos mantiene vigorosos, lo mismo que el entrenamiento hace
grande y fuerte a un futbolista. Rectificar es de sabios y moderar
ciertos comportamientos nuestros nos pueden encaminar a identificarnos
más con Cristo.
.LA
HORA DE LA CONFESIÓN. Hasta la mejor prenda necesita, de vez en cuando,
ser llevada a una buena lavandería. Nuestras almas, en las que se
encuentra impreso el sello de Hijos de Dios, tienen derecho a ser
puestas a punto. La hora de la confesión nos facilita un nuevo rostro:
la alegría de sentirnos reconciliados con Dios y con nosotros mismos.
.LA
HORA DEL HERMANO. El encuentro con Jesús empuja al abrazo con el
hermano. No podemos observar el reloj cristiano y, a continuación,
olvidarnos de las horas amargas en las que viven los que nos rodean.
Poner a punto nuestra vida cristiana nos exige ayudar a aquellas
personas que quedaron rezagadas en la felicidad, en el bienestar o en el
amor.
.LA
HORA DEL CORAZÓN. Las prisas y los agobios, el estrés o el ritmo de
vida que llevamos…presionan en exceso la serenidad de nuestro corazón.
El reloj cuaresmal procura que, el corazón, vaya despacio, medite,
reflexione, ame y se oxigene a la sombra del Corazón de Cristo.
.LA
HORA DE LA MISA. Frecuentemente señalamos el reloj y preguntamos ¿y si
tomamos un café? El reloj cuaresmal nos interpela ¿y por qué no una
eucaristía diaria? Nunca, en tan poco tiempo, se nos ofrece tanto:
acogida, perdón, calor, palabra, fuerza, silencio, amor, paz interior y
poder saborear lo que sólo Jesús nos puede dar: su Cuerpo y su Sangre.
Escrito por Javier Leoz - Delegación de Piedad Popular (Pamplona)
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jueves, 3 de abril de 2014
Reflejos de Luz
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