Buscarse a sí mismo no es sencillo.
Con
frecuencia el rostro que vemos en nuestro espejo está cargado de
errores o limitaciones que obstaculizan la visión de la gran persona que
albergamos.
Cuando nos vemos reflejados en el agua la imagen se distorsiona, el vaivén del agua deforma nuestra verdadera imagen.
En
la vida también sucede esto, a veces no somos capaces de ver la gran
obra que somos porque los reflejos que captamos en los demás pueden
devolvernos una imagen no real o con la que no nos sentimos
identificados.
Por eso es
importante que el rostro que mostremos a los demás sea claro, nítido y
transparente... Cuanto más transparentemos nuestro yo profundo más
sinceros estaremos siendo con nosotros mismos y con los que nos rodean.
Si
tu reflejo lo ves en los otros airado, prepotente, violento o
suspicaz... analízate, revísalo en ti mismo pues no dudes que aquello
que ves es los demás reside en ti con fuerza.
Contèmplate y da gracias por todo lo bueno que ves, del mismo modo, pule y trabaja aquello que menos te gusta.
Dios no quiere seres humanos perfectos, solo quiere personas que luchan cada día por ser mejores de lo que ya son.
Encar_AM
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