Señor del tiempo y de la vida:
Gracias por esta nueva oportunidad de «empezar y seguir» preguntando,
buscando, aprendiendo, construyendo...
Para que algo sea nuevo quiero pedirte que mi mirada gane en hondura y detalle,
para que vea más claramente el discurrir de mis días junto a mis compañeros,
amigos y la humanidad entera como una travesía hacia el crecimiento,
la entrega, el amor y la lucha por un mundo más humano y más justo para todos.
Hazme caminar consciente y atento a todos los lugares y personas
con los que me iré cruzando en este tiempo, y que conozca, por experiencia,
qué bellos son los pies del mensajero que anuncia tu Buena Noticia.
Quítame el miedo a los cambios y a las preguntas que me oprimen el corazón y la mente
para que los acoja serenamente y aprenda a vivir con ellos
hasta el día en que sea posible una decisión, una respuesta.
Que dé la bienvenida con una sonrisa a todos los que me ofrezcan su mano
y sepa crear con ellos una red de acogida, de presencia, de implicación y solidaridad
de modo que cada nombre y cada historia me sean importantes.
Que reciba como un regalo tuyo personal cada una de las cosas creadas y sepa disfrutarlas,
pero también cuidarlas y compartirlas no sólo con los míos.
Que el manantial de la ternura y la compasión, que brotan de tus entrañas de misericordia,
manen sin cesar dentro de mí, día y noche
y comprenda y acoja los gozos y las lágrimas de cada uno de tus hijos, mis hermanos.
Que cada mañana despierte sereno y con ganas,
con la acción de gracias en mis labios y en mi corazón y que mis palabras y mis hechos,
pequeños o grandes, proclamen que todo es gracia, oportunidad y don.
Que mi espíritu esté abierto para descubrir lo que de mí quieres en cada momento
y que mi oración sea un tiempo de amor y de vida,
de sabiduría y docilidad a tu Palabra y a tus palabras de valentía y fortaleza,
de generosidad y reconciliación de paz y de permitirte sembrar en mí mil inquietudes,
que me hagan madurar como persona y mejorar el pequeño rincón de la tierra en el que me has puesto.
Te ofrezco todas las horas de este nuevo comenzar, para que,
como levadura evangélica, sin miedos ni falsas excusas,
sea capaz de fermentar este mundo en tu Nombre, haciéndolo nuevo, tierno, ¡más tuyo!
Y que tú me salgas continuamente al encuentro con tu bendición,
siendo mi Roca, mi Fuerza, mi Consuelo y mi Apoyo...
aunque yo me olvidara de ti y guárdame de todo mal. Amén.
Enrique Martínez, cmf
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