Y
entonces vio la luz. La luz que entraba por todas las ventanas de su
vida. Vio que el dolor precipitó la huída y entendió que la muerte ya no
estaba. Morir sólo es morir. Morir se acaba. Morir es una hoguera
fugitiva. Es cruzar una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se
buscaba. Acabar de llorar y hacer preguntas; ver al Amor sin enigmas ni
espejos; descansar de vivir en la ternura; tener la paz, la luz, la casa
juntas y hallar, dejando los dolores lejos, la Noche-luz tras tanta
noche oscura.
JL Martín Descalzo
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