lunes, 2 de diciembre de 2013

Megapost Reflejos de Luz





El Adviento es estar atentos al Señor que viene. 

No es simplemente un momento del Año Litúrgico. ¡Es un tiempo de esperanza! “¡Estar despiertos y vigilantes!” 
No es una amenaza. Es una Exhortación. Es una actitud que abarca e ilumina toda la vida del cristiano.

Es un mirar a Jesús que vino en la historia para enseñarnos a vivir humana y divinamente. Que viene en cada pobre y necesitado y vendrá al final de los tiempos como Él nos prometió.

Cada uno sabe cuáles son sus “excesos”. Ya es hora de “despertarnos” de nuestra apatía, nuestra indolencia, y es preciso luchar con más decisión y arranquemos de raíz todo aquello que puede desagradar al Señor que viene.

Año tras año, al llegar el Adviento, oímos que es un tiempo de cambio y preparación. Pero, ¿cambia “algo” en nuestra vida?

Este el desafío de quienes “pretendemos” preparar el camino del Señor: Cambiar el corazón, cambiar nuestra mentalidad. Esta actitud se llama, en el lenguaje religioso: conversión. 

El camino del cristiano será imitar a Jesús viendo todo lo que podemos hacer para que los desalentados y oprimidos reciban una nueva esperanza… comenzando por nosotros mismos.

La esperanza y la alegría de un Dios que no se cansa de decirnos: ¡Sean fuertes, no teman! “Yo mismo vengo a salvarlos”.

Lejos de ceder a la tristeza y al pesimismo, alégrate siempre en el Señor, porque Jesús viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Algunas veces pareciera que, tanto escuchar y repetir que Jesús es Dios hecho hombre, nos hemos acostumbrado a las palabras y no le tomamos el peso de lo que ellas significan.

Preparemos todo nuestro ser para celebrar este GRAN MISTERIO: Dios que se hace hombre semejante a nosotros, menos en el pecado.

En este camino al encuentro del Señor, es una excelente ocasión para mostrarle a Jesús que estamos vigilantes, atentos, activos… y con el corazón ocupado en amar a todos, especialmente a los más necesitados.

Dile, SÍ, al Señor que ya llega para que nos purifique y nos haga vivir la auténtica alegría de la Navidad.

¡QUÉ DIOS TE BENDIGA!

Allanad los caminos
Allanad los caminos.
Allanad, sí, todos los caminos de la tierra
porque el Señor está cerca.
El vendrá y llenará de esperanza a quienes la perdieron
Vendrá en la noche para ser luz.
Vendrá para acompañar a l@s cansad@s,
a l@s etern@s desiludionad@s.
Ya pueden cantar victoria
quienes se creían abandonad@s.
Ya está el Salvador a la puerta.

Allanad los caminos.
Abrid caminos de esperanza,
quienes pasáis por este mundo
sin encontrar sentido a la vida.
Allanad los sendero, porque él vendrá.
Vendrá como rocío mañanero.
Rasgará los corazones de piedra
y ablandará la dureza de nuestra tierra seca.
Vendrá el Señor, no tardará.
Esperadlo en el umbral de vuestra casa,
porque sin hacer ruido vendrá
y lo inundará todo con su amor.
Oraciones de Adviento preparadas, con un sencillo esquema, 
para hacer en grupos. DESCARGAR AQUÍ
En Adviento, quien desespera, es porque no espera ni quiere esperar en nada ni en nadie.
En Adviento, quien no espera, es porque –tal vez- sólo espera en sí mismo.
En Adviento, quien aguarda, es porque sabe que lo bueno está por llegar.
En Adviento, quien confía, es porque intuye que Alguien está por llegar.
¿Qué tienes Adviento que truecas la noche en día y transformas la soledad de vértigo en compañía?
¿Qué tienes Adviento que nos empujas y nos animas contra toda desesperanza?
¿Qué tienes Adviento que nos despiertas del letargo de la monotonía?
¿Qué tienes Adviento que levantas nuestra vista hacia el horizonte?
Tienes la luz que iluminará la noche más estrellada de la Navidad
Posees el despertador que espabila la fe dormida o amordazada
Tienes, más allá de la Navidad, la llegada de Aquel que de una vez por todas vendrá hasta nosotros
Escondes, en ti mismo, la fuerza que nos invita a pensar en un Dios que viene al encuentro del hombre

¿Qué nos das, Adviento, para que en ese dar, siempre siembres un poco de paz y de sosiego?
¿Qué secreto te traes entre manos, Adviento, para que se nos vayan desvelando tantos misterios?
¿Qué grandeza nos descubres, Adviento, para que el corazón vuelva del rencor al amor y el hombre de la violencia a la paz?
Fluyes en la Palabra que, según se había entretejido desde antiguo, por fin se cumple
Regalas la capacidad de asombrarnos ante un mundo que nos adormece
Presentas, entre otras cosas, la caricia de Dios que hace que desparezca la parte más negativa del ser humano.

Gracias, Adviento, porque haces de nuestra mente un pensamiento para Dios.
Gracias, Adviento, porque nos invitas a volvernos sobre nosotros mismos.
Gracias, Adviento, porque cuentas con nosotros como vigilantes de un gran amigo.
Gracias, Adviento, porque aún siendo hijos de Dios, sabemos que tenemos mil defectos que dejar en el camino, para poder entrar con libertad, sin dificultades  y con amor en Belén.
1.LA LUZ DE LA PALABRA. Acércate al pensamiento de Dios. La lectura de su Palabra te hará comprender y entender qué es lo que Dios quiere de ti y para ti. O, tal vez, lo sentirás más cerca, más vivo, más comprometido con tu existencia.
2.LA LUZ DE LA VERDAD. El Señor aparecerá desnudo en Belén. Esa es una gran realidad: DIOS se despoja de su grandeza para llegarse hasta nosotros con un objetivo: que sea la VERDAD frente a tantos dioses que invaden nuestra conciencia y nos convierten en esclavos del relativismo. 
3.LA LUZ DEL AMOR. Las personas, además de medios económicos, necesitamos del cariño de aquellos que nos rodean. Sólo los corazones obstinados y duros son incapaces de reconocer la enfermedad que nos atenaza: somos calculadores y fríos. Jesús, con su nacimiento, remueve el cemento de nuestras entrañas para convertirlo en algodón que acoge y disfruta dándose a los demás.
4.LA LUZ DE LA ESPERANZA. Las noticias negras nos sacuden y condicionan nuestra felicidad. Los sucesos negativos nos llevan a una conclusión: el mundo va a la deriva. La esperanza cristiana no nace de los grandes regidores del mundo sino, por el contrario, de Jesús Salvador que nos trae otra óptica sobre nuestra humanidad.
5.LA LUZ DE LA FE. Si dejamos de mirar al cielo sólo nos quedará el suelo y, ese suelo, se agrieta frecuentemente. La fe es una lente por la que, aun sin ver, creemos que DIOS vive y se manifiesta de una forma extraordinaria y vertiginosa en Cristo. Lo podremos tocar, adorar y cantar. La fe nos hace tremendamente invencibles.
6.LA LUZ DE LA IGLESIA. Algunos quisieran una Iglesia recluida y sin luz interna. Es más; algunos sólo pretenden unos templos artísticamente bellos por fuera pero sin vida divina por dentro. El Adviento nutre a la Iglesia de aquello que la hace única, imperecedera y soñadora: Jesús es su energía y su razón de ser.
7.LA LUZ DEL OPTIMISMO. Un Niño nos va a nacer y, la casa de nuestro corazón, es traspasada por la alegría. Nadie nos puede robar el sentido más genuino de la Navidad. Tendremos que ser respetuosos con los que se quedan sólo con el celofán navideño pero, nosotros, tendremos que ser como Juan Bautista: anunciar que Alguien está por llegar. Eso produce una sensación de optimismo real y contagioso. 
8.LA LUZ DE LA ORACIÓN. ¿Cómo será ese Niño? ¿Cómo vendrá? ¿Por qué Dios se presenta pequeño y silencioso? La oración es una luz que nos ayuda a prepararnos al acontecimiento de la Navidad. Un cristiano que no reza en adviento es un cristiano que puede ser seducido e inmovilizado por lo secundario o por lo artificial. Quien reza en adviento se convierte en un pesebre donde Dios nacerá con especial vigor.
9.LA LUZ DE LA SOBRIEDAD. Las circunstancias dolorosas de muchas personas reclaman de nosotros no sólo solidaridad sino caridad. El adviento, como Juan proclama, nos invita a despojarnos de aquello que puede estorbar a un Niño que merece la mejor habitación de la casa de nuestra persona. Si nos volcamos con los demás…Dios nacerá en toda su magnitud en nosotros.
10.LA LUZ DE LA EUCARISTÍA. La Iglesia es una gran familia que, cuando se reúne, pide perdón, escucha, reza, canta y hace presente el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Eucaristía, en adviento, nos hace mejores centinelas, nos mantiene despiertos, nos llena del Espíritu de María y, sobre todo, nos centra en lo esencial: DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO.

Javier Leoz

¡GRACIAS, ADVIENTO, POR SER FUENTE DE ESPERANZA! Cuando la perdemos, tú nos la devuelves redoblada. Cuando nos elevamos demasiado, nos haces valorar la pequeñez de cada persona. Cuando se cierran los caminos, tú nos abres otros tantos senderos.
¡GRACIAS, ADVIENTO, POR SER OASIS DE ESPERANZA! Porque, cuando alzamos cumbres entre las personas, tú nos invitas a la fraternidad. Porque, cuando los corazones se endurecen, oportunamente pones tú la mano de la dulzura. Porque, cuando surgen escollos y odios, invitas a mirar lo que en Dios nos une.
¡GRACIAS, ADVIENTO, POR SER RIO DE ESPERANZA! Cuando corren vientos de enemistad, la proximidad de Jesús siempre ofrece una mano Cuando bajan aguas de tormenta,la paz del cielo calma toda tempestad. Cuando se borra toda huella del infinito, tu presencia nos hace buscar y mirar hacia la estrella.
¡GRACIAS, ADVIENTO, POR SER SURTIDOR DE ESPERANZA! Si andamos perdidos, el Señor sale a nuestro encuentro. Si nos sentimos solos, Dios reconocerá nuestros nombres Si nos encontramos sin horizontes, el Señor nos empuja hacia el futuro. Si no encontramos sentido a las cosas, el Espíritu nos ilumina con sabiduría.
¡GRACIAS, ADVIENTO, POR SER LLAMADA A LA ESPERANZA! Ya puede estar el mundo desorientado, que tú le abrirás una ventana con respuestas. Ya puede estar el hombre errante,tú le conducirás hacia la meta deseada.
¡GRACIAS, ADVIENTO! ¡TE ESPERÁBAMOS! Andamos escasos de esperanza y llenos de problemas. Ayúdanos a ser camino por el que venga Jesús. Ayúdanos a vigilar el gran castillo de nuestro corazón. Ayúdanos para allanar y acondicionar caminos torcidos. Ayúdanos para que, con María, recibamos al Grande que será pequeño.
¡GRACIAS, ADVIENTO!
Posted: 29 Nov 2013 02:00 PM PST
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que te sirvas de mí, para anunciar tu llegada
Y que me concedas la humildad, para saber que no soy sino tu siervo
Y que me hagas ver los signos de tu llegada

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y colaborar contigo para que, tu Reino, sea una pronta realidad
Y que venga tu Palabra sobre mí y me empuje a proclamarla
Y que, sin miedo al que dirán, anuncie y denuncie lo que falta en el mundo
Y que, sin miedo a la prueba, anuncie y denuncie lo que sobre en el mundo

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que viva este momento, como un momento de gracia
Y que viva mi vida, como una llamada a darme por los demás
Y que viva mi existencia, como un pregón de esperanza
Y que viva mis días, sabiendo que Tú –tarde o temprano- llegarás

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y ser un heraldo, aunque sea minúsculo, de tu presencia
Y ser un heraldo, aunque sea insignificante, de tu llegada
Y ser un heraldo, aunque me asalten las dudas, de tu grandeza
Y ser un heraldo, aunque me cueste el desierto, de tu nacimiento

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR¡
Rescatando, de los caminos perdidos, a los que andan sin esperanza
Levantando, de los caminos torcidos, a los que cayeron abatidos
Alegrando, de los caminos melancólicos, a los que dejaron de sonreír
Recuperando, de los caminos confundidos, a los que creyeron tenerlo todo

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Un constructor de sendas para los que te busquen
Un arquitecto de autopistas para los que te deseen
Un elevador de puentes, para los que te quieran encontrar
Un ingeniero de pistas, para los que quieran vivir contigo.
Oraciones de Navidad para los más pequeños DESCARGAR AQUÍ
Oraciones de Adviento para adolescentes DESCARGAR AQUÍ
1. Cada año, la elección de los evangelios nos hace seguir una progresión en los 4 domingos de Adviento:

- El primer domingo nos orienta hacia la Venida del Señor al final de la historia y el mensaje es el de la vigilancia;

- El segundo domingo está centrado en la figura de Juan Bautista y el mensaje es el de la paciencia y de la preparación activa para la Venida del Señor;

- El tercer domingo, también centrado en el Bautista, nos orienta con más fuerza hacia la persona de Aquél que viene; el mensaje es el de la alegría por la venida muy cercana;

- El cuarto domingo contempla el misterio de la Encarnación de Dios en María; el mensaje: una preparación profunda del misterio de la Navidad.

2. El Adviento no es, pues, una simple preparación de Navidad. Celebra a la vez la última Venida del Señor que dará todo su sentido a nuestra historia; pero también celebra al Señor que viene cada día a nosotros con una presencia muy real, pero que nos da la sed de Él, más fuerte y palpable.


Mt 3, 1-12
Juan Bautista nos ayuda en el segundo domingo de adviento a prepararnos para recibir al Mesías. Cuando vamos a una fiesta o a un lugar que nos merece la pena, nos arreglamos de la mejor manera posible. Pasamos por el baño o por la ducha, para estar impecables.
Ante la venida de Jesús, el Bautista nos invita a que convirtamos nuestro adviento en una “gran empresa de limpieza”. Esta semana nos toca limpiar aquello que ensucia nuestra vida o la de nuestros hermanos, tanto de los cercanos como los que viven sumidos en la más dura realidad, a veces, salpicados por nuestra suciedad. El agua es un elemento fundamental en esta limpieza. El agua que evoca nuestro bautismo, de quién somos y a quién vamos. El bautismo que nos hace hijos y hermanas. No hay mejor forma de estar limpios que sentirnos familia unida, unida por el Espíritu y por el amor.
Y para reflexionar: ¿qué cosas he de “limpiar” en mi vida? ¿He “manchado” en algo a los demás? ¿Cuándo me voy a poner manos a la obra para limpiarlo? Es hora de coger la fregona como Juan, el Bautista.
Descárgate el archivo, imprímelo y... ¡¡¡A JUGAR!! Una vez que abras el archivo para descargar el documento, se ve perfectamente. Descargar Dominó Navideño

No hay comentarios:

Publicar un comentario