jueves, 18 de abril de 2013

Textos variados de Reflejos de Luz

Fuente:

"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo"
Juan 6,44-51

Si uno come el pan de Jesús vivirá para siempre porque Jesús se queda en él y le acompañará siempre.
En vez del maná y en vez del cordero pascual, somos convidados a comer el nuevo maná y el nuevo cordero pascual que es Jesús mismo que se entregó en la Cruz por la vida de todos.
¿Puede haber donación más grande que aquel que se reparte y nos da vida?.
Si nos alimentamos de Jesús diremos algo al mundo de hoy, a los que nos rodean y a aquellos con los que compartimos.

Encar_AM
Gracias, Señor, porque llamas a mi puerta y me ofreces una nueva oportunidad
para abrazar el misterio de tu muerte y resurrección.
Ayúdame a hacer silencio, quiero escuchar tu voz.
Tomá mi mano, guiame al desierto, donde nos encontraremos solos Vos y yo.
Necesito contemplar tu rostro; me hace falta la calidez de tu voz.
Caminar juntos… callar para que hables Vos.  Me pongo en tus manos, quiero revisar mi vida,
descubrir en qué tengo que cambiar, afianzar lo que anda bien, sorprenderme con lo nuevo que me pedís.
Ayúdame a dejar a un lado las prisas, las preocupaciones que llenan mi cabeza;
barré mis dudas e inseguridades; ayudame a archivar mis respuestas hechas.
Quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado.
Me tienta la seguridad, el “sabérmelas todas”, tener las cosas demasiado “claras”, no necesitarte.
Me tienta el activismo: hacer, hacer, hacer. Y me olvido del silencio y la oración.
Me tienta la incoherencia, hablar mucho y hacer poco, mostrar apariencia de buen cristiano,
pero adentro, donde Vos y yo sabemos, hay mucho que cambiar.
Me tienta ser el centro del mundo; que los demás giren a mi alrededor,
que me sirvan en lugar de servir. Me tienta la idolatría, fabricarme un ídolo con mis proyectos,
mis certezas y conveniencias, y ponerle tu nombre de Dios. Me tienta la falta de compromiso.
Es más fácil pasar de largo ante las necesidades de los demás, que bajarme de la caballo
y hacer lo del samaritano de la parábola.
¡Hay tantos caídos a mi lado, Señor… y yo me hago el distraído!
Me tienta la falta de sensibilidad, el no tener compasión y acostumbrarme a ver que otros sufren.
Pero, Señor, en el fondo no puedo engañarte. Me tienta separar la fe de la vida.
Me tienta no indignarme evangélicamente,
por la ausencia de justicia y solidaridad. Me tienta tener tiempo para todo,
menos para lo más importante; y lamentarlo, pero no hacer nada para cambiarlo.
Me tienta, Señor, el desaliento, lo difícil que se presentan las cosas.
Me tienta la falta de esperanza y confianza. Me tienta el dejarlo para mañana,
cuando debería empezar a cambiar hoy mismo.
Me tienta creer que te escucho, cuando en realidad me escucho a mí mismo.
Dame luz, Señor, para distinguir tu rostro; despójame de lo que me ata,
y poné a prueba mi fe y mi amor, para vivir fiel a Vos. Amén!
   
Félix González

El principal enemigo del psicólogo cognitivo es el neuroticismo, es decir, "amargarse la vida mediante la tortura mental". O dicho de otro modo, el "malvivir" autoprovocado. Es lo que asegura Rafael Santandreu en el libro "El arte de no amargarse la vida" (Oniro, 2012), escrito bajo la firme convicción de que cambiar para transformarse en una persona sana a nivel emocional, es posible. Y para demostrarlo elabora un manual didáctico en el que describe "el abecé de la terapia cognitiva, la escuela de psicología con una mayor base científica". La clave está, como escribe el autor citando al filósofo Epicteto, en saber que "No nos afecta lo que nos sucede sino lo que nos decimos sobre lo que nos sucede". Son las ideas, la interpretación de los hechos externos y los pensamientos positivos o negativos los que dan lugar a las emociones. Por lo tanto, concluye Santandreu, lo que hay que cambiar para sentirnos bien es "nuestro diálogo interno".

La obra incluye una parte de "aplicaciones prácticas" en las que se tratan temas tan comunes como de qué forma se puede perder el miedo a la soledad, afrontar las relaciones con los demás (y con uno mismo), ganar tolerancia ante la frustración y atajar el estrés en el trabajo. Y también de cómo acabar con los hábitos (dañinos) de "terribilizar por terribilizar" y de "llorar por no poder volar", entre otros.

Soy quien está a tu lado, soy aquél que siempre te acompaña, aún en tus sueños. 
Soy quien, a veces, altera tu itinerario y atrasa tus horarios para evitar que tengas algún accidente o encuentro desagradable.
Soy quien susurra en tu oído aquellas "inspiraciones" que tú crees que fueron una gran idea tuya.
Soy quien hace que te arrepientas cuando te aproximas a lugares o situaciones que te van a colocar en peligro.
Soy quien llora por ti cuando tú con tu terquedad insistes en hacer todo al revés sólo para desafiar al mundo.
Soy quien pasa noches y noches en la cabecera de tu cama velando por tu salud, cuidando tu descanso y renovando tus energías.
¿Cuántas veces no te permití que tomaras aquel tren, taxi, o avión para guardar tu vida? ¿Por cuántas calles oscuras te guié con seguridad? La verdad es que ya perdí la cuenta y además, eso no importa.
Lo que realmente importa, y lo que me da tristeza, es cuando tú asumes la postura de víctima, y no crees en tu propia capacidad para resolver los problemas de tu vida. Cuando tú aceptas las situaciones como imposibles y dejas de luchar conformándote simplemente con reclamar de todo y lo de todos. Cuando tú desistes de ser feliz y culpas a otras personas que no tienen nada que ver. Cuando tú dejas de sonreír y dices total para qué, no vale la pena y, lo peor, cuando en tu orgullo, hasta te olvidas de mí.
Yo soy Jesús, aquél que tomó tu lugar en la Cruz del Calvario. En muchas ocasiones podrás sentirte solo, abandonado, despreciado, desanimado, sin fe, sin ganas de seguir adelante… Guarda en tu corazón, mis palabras y sentirás no sólo mi presencia, sino también mis fuerzas y mi ánimo.
Ahora mismo tienes la oportunidad de recibirme en tu corazón, no desperdicies las oportunidades que te doy día a día.
“Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo” Revelación 3:20

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