lunes, 3 de diciembre de 2012


"Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará."
Muchos llegan a la fe al ver los milagros de Jesús. Otros llegan a esta misma fe afectados e iluminados por la palabra y los discursos de Cristo. Y otros llegaron a la fe por haber tenido un encuentro intenso con Jesús, como Zaqueo (Le 19,1-10), la samaritana (Jn 4,5-42), etc. Jesús no quiere que los suyos le admiren y le sigan sólo por ser un «hacedor de milagros».
Jesús realiza este milagro a distancia en favor del centurión. ¿Por qué lo realiza a distancia? 
Un centurión es un oficial romano que mandaba a cien soldados. pero este se sientió pobre e impotente ante la enfermedad.
Hoy la lectura nos ofrece la gran fe de un pagano; es tanta, que Jesús la propone como modelo de toda fe. Jesús dijo a la gente que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». 
No debemos olvidar que los judíos odiaban a los paganos, a los militares romanos y a todos los que se relacionaban con ellos por estar sometidos al imperio romano.
La fe del centurión, modelo de nuestra fe, consiste en aceptar sin reservas la palabra y el poder de Jesús, como los soldados que él tenía bajo sus órdenes aceptaban su autoridad.

Encar_AM

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