¡Pongámonos
en camino, con ánimo, incansablemente! Merece la pena el esfuerzo. No
podemos quedarnos parados. Con el Bautista aprendemos a no ser
protagonistas sino servidores, gente que señala dónde está Belén, dónde
está el misterio del Dios que se encarna y se hace pobre para compartir
nuestra vida.
La esperanza del Adviento nos impulsa, es dinámica, no se puede quedar quieta. ¡Adelante!
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