El servicio es el camino de la humildad.
La humildad es el camino del perdón.
El perdón es el camino del amor.
El amor es el camino de la perfección.
La perfección es el camino de la excelencia en Dios.
Vemos
por tanto, que encontramos a Dios cuando penetramos por la primera
puerta, que es el servicio. Es en la puerta del servicio humilde donde
encontramos el espíritu de las personas de gran corazón, despojadas de
vanidades y prejuicios. El servicio humilde, hecho de perdón y amor,
trae al alma la luz de la perfección y alcanza las cumbres más altas.
Sólo crecemos en espíritu, si descendemos en lo material.
Sólo progresamos como personas, cuando superamos nuestros individualismos.
Sólo alcanzamos la victoria, cuando derrotemos nuestros egoísmos.
Sólo tendremos amor, cuando hayamos renunciado a él en bien de los demás.
"Precisamente
por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud,
entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio,
constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios,
afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque estas cualidades,
sin abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro
Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos". 2 Pedro
1:5-8
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