En el camino de la esperanza sigo cada uno de tus pasos:
Tus pasos errantes hacia el establo de Belén.
Tus pasos inquietos en el camino a Egipto.
Tus pasos veloces hacia la casa de Nazaret.
Tus pasos gozosos para subir con tus padres al Templo.
Tus pasos fatigados en los treinta años de trabajo.
Tus pasos solícitos en los tres años de anuncio de la Buena Nueva.
Tus pasos ansiosos que buscan a la oveja perdida.
Tus pasos dolorosos al entrar en Jerusalén.
Tus pasos solitarios ante el pretorio.
Tus pasos pesados bajo la cruz camino del Calvario.
Tus
pasos fracasados muerto y sepultado en una tumba que no es tuya
despojado de todo, sin vestidos, sin un amigo, abandonado hasta por el
Padre, pero siempre sometido al Padre.
Señor
Jesús, arrodillado ante el sagrario, comprendo: no podría elegir otro
camino, aunque, en apariencia, haya otros más gloriosos.
Pero Tú, amigo eterno, único amigo de mi vida, no estás presente en ellos.
En Tí está todo el cielo con la Trinidad, el mundo entero y la humanidad entera.
Cardenal F.X. Nguyen Van Thuan
Este
texto es parte de una oración del cardenal vietnamita Van Thuan, que
sufrió trece años de prisión a manos del gobierno comunista de Vietnam,
por su condición de obispo.
En
esos momentos terribles de su vida, privado de libertad, apartado de
sus fieles, de su iglesia, él encuentra consuelo confiándose a Cristo,
poniendo siempre su vida en Sus manos.
Aprendamos
nosotros también a abandonarnos en las manos de Aquel que todo lo puede
y sigamos sus pasos, que son el sendero que nos llevarán hasta el
encuentro final con Él.
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