La amistad es el arte de olvidarse por completo de uno mismo, de todos los deseos y las necesidades egoístas, para llegar a conocer la personalidad y el carácter de otro.
La
amistad es aprender a aceptar a una persona, no por lo que es
exteriormente, sino por lo que revela desde adentro. Es fortalecerse con
las cualidades halladas en el otro y las experiencias mutuamente
compartidas.
La
amistad es aprender y llegar a preocuparse por una persona hasta el
punto de sufrir cuando ella sufre y de sentir su alegría cuando llega.
Es amar sin exigir, dar sin pedir, escuchar sin juzgar. Es estar siempre
allí dispuesto a ayudar.
La
amistad es estar dispuesto a dar sin pensar en recibir nada a cambio, a
prestar tu apoyo cuando el otro está débil, a darle tu sonrisa cuando
él ha perdido la suya.
La
amistad es la fusión de dos almas individuales para formar un espíritu
completo, con un lazo común de amor y abnegación. Es superar juntos los
problemas y las diferencias, es discutir sin dejar de amar.
La
amistad es pensar en el otro antes que en sí mismo, es dejar de lado el
egoísmo. Es comprender, es perdonar, es olvidar y a veces, es recordar.
"Vienen
después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a
llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo Tu madre
y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo:
¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados
alrededor de Él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo
aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y
mi madre" Marcos 3:31-35.
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