En
la Iglesia se siente hoy la necesidad de una nueva evangelización. ¿En
qué puede consistir? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de
cambiar? ¿Cuál fue realmente la intención de Jesús al enviar a sus
discípulos a prolongar su tarea evangelizadora? El relato de Marcos deja
claro que solo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la
acción evangelizadora de sus seguidores. Estos actuarán con su
autoridad. No harán nada en nombre propio. Son "enviados" de Jesús. No
se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán
otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.
La
única manera de impulsar una "nueva evangelización" es purificar e
intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización
si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si
no hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él
haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.
Al
enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus fuerzas.
Les da su "autoridad", que no es un poder para controlar, gobernar o
dominar a los demás, sino su fuerza para "expulsar espíritus inmundos",
liberando a las gentes de lo que esclaviza, oprime y deshumaniza a las
personas y a la sociedad.
Los
discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús. Nunca lo han visto
gobernando a nadie. Siempre lo han conocido curando heridas, aliviando
el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos, contagiando
confianza en Dios. "Curar" y "liberar" son tareas prioritarias en la
actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente diferente a nuestra
evangelización.
Jesús
los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo llevarán
"bastón, sandalias y una túnica". No necesitan de más para ser testigos
de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras; siempre
disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la fuerza del
Evangelio.
Sin
recuperar este estilo evangélico, no hay nueva evangelización. Lo
importante no es poner en marcha nuevas actividades y estrategias, sino
desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos están
impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con
verdad y sencillez.
La
Iglesia ha perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús. Su caminar
es lento y pesado. No acierta a acompañar a la humanidad. No tenemos
agilidad para pasar de una cultura a otra. Nos agarramos al poder que
hemos tenido. Nos enredamos en intereses que no coinciden con el reino
de Dios. Necesitamos conversión.
José Antonio Pagola
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