sábado, 14 de julio de 2012
























Tras tus pasos, Señor, en camino a Galilea.
Para rehacer tu camino desde el comienzo.
Para aprender a tu lado,
mientras curas enfermos y atiendes a las multitudes.
Para escuchar tu llamado,
la invitación a seguirte…
dejándolo todo, familia, bienes, seguridades,
para acercarnos a tí,
despojados, sin ataduras,
con la ligazón sola de la pasión por el Reino.

Nos llamas, nos convocas, nos llamas en comunidad, en marcha.

A no quedarse esperando que pase el Señor por al lado,
que el Señor ya pasó y camina delante.
Hay que correr a su encuentro,
hay que buscarlo aún donde no pensamos…

Galilea, la periferia de aquel tiempo.
¿Dónde será Galilea hoy día?
¿Dónde acudir para no errar el encuentro?
¿En qué lugar, junto a quiénes, vive el Resucitado?
Haciendo presente
la vida del Reino.

Junto a los pobres, los enfermos, los marginados
de aquel y de nuestro tiempo.
Mayorías empobrecidas sedientas de un justo anhelo.

Danos Señor el don del discernimiento,
saber por dónde y con quiénes
trabajar hoy por tu Reino.

Vamos Jesús, muéstranos, enséñanos tus senderos
sacude nuestras perezas, haz que salgamos corriendo,
no sea que perdamos la hora y sólo te veamos de lejos.
Seguirte es estar a tu lado movilizarse a tu encuentro.

Vamos a Galilea para empezar de nuevo.
Desde allí, claro veremos tu presencia en todo tiempo.
El Resucitado está vivo, pero no dentro del templo;
hay que buscarlo allá afuera,
al descampado, a cielo abierto.
Escondido entre los pobres
develando el gran Misterio de la presencia certera
que nos señala Mateo,
en un grito de esperanza:
Felices ustedes porque me reconocieron
en el desnudo, el enfermo,
el que está solo, el hambriento,
en la cárcel o sediento,
porque en ese más pequeño
me convierto en sacramento,
signo visible de mi presencia
en todo lugar y tiempo
partiendo desde los pobres
para convocar al Reino.

Danos, Señor, tu Espíritu para ver claro.
Danos tu espíritu para vivir para los demás.
Danos tu espíritu para no equivocarnos
y creer encontrarte donde no te hallas.
Danos fuerzas para buscarte
en la Galilea de nuestros días.
Ayúdanos a rehacer tu camino
Queremos seguir tus pasos
por el camino liberador
que nos conduce hasta el Reino.

Marcelo Murúa

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