VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el equilibrio de uno mismo?
VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con contenido y verdad.
VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz.
VIGILA
las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano.
¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado
para hacerse presente en medio de los hombres
VIGILA
tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pasen las horas sin un
pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la
humanidad.
VIGILA
tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser
bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien
si no es en Dios?
VIGILA
tu compromiso con la Iglesia. Si nos alejamos del calor, podemos coger
un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con
una poderosa neumonía espiritual.
VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos.
VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estrella, un signo cristiano.
Javier Leoz
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