miércoles, 16 de enero de 2013


Desde que mi voluntad
está rendida a la tuya Señor,
yo conozco la medida
de la mejor libertad.

Vení Señor, y tomá
las riendas de mi albedrío;
de tu mano me confío
y a tu mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy tan tuyo,  y vos tan mío.

A fuerza de amor humano
me abrazo en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.

Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en la salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me ha encontrado la muerte
sin nada más que el amor.
Que así sea.

José Luis Blanco Vega, sj 

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