Ven Espíritu Santo y enséñame a amarte como tú me amas.
Tú
sabes que yo soy parte de la hermosura de este mundo, como cada nota es
parte de una hermosa canción, y es necesaria igual que las demás. Por
eso, aunque nadie me hubiera esperado cuando yo nací, tú si me
esperabas, tú estabas deseando mi nacimiento. Por eso tu palabra me
dice: “yo te amé con un amor eterno” (Jer 22,3)
Quiero
dejarme mirar con tus ojos de amor, quiero reconocer tu mirada de
ternura, y descubrir que, aunque los demás miren mis defectos, tu
mirada me contempla amándome. Tu palabra me dice: “Aunque tu propia
madre se olvidare de ti, yo nunca te olvidaré (Is 49,15)
Si
a veces yo siento que valgo poco, que no sirvo, que no soy digno de
amor, sin embargo tu palabra me dice otra cosa: “Eres precioso para mis
ojos y te amo” (Is 43,4). Toca mi interior herido, Espíritu Santo, para
que pueda descubrir que ese amor tan grande también es para mí. Amén!
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