martes, 16 de octubre de 2012












Jesús
maestro bueno, enséñame el camino para vivir solidariamente.
Ayúdame a convertir mi corazón duro
en un corazón sensible y cercano a los que sufren.
Enséñame a ver el dolor, el sufrimiento,
y las necesidades de los demás.
Dame la sencillez necesaria para conmoverme
frente al prójimo y acudir en su ayuda.
Que no sea mezquino en mi entrega,
que aprenda a dar todo lo que tengo:
mis cosas, mi tiempo, mi esfuerzo,
mi vida entera para que otros vivan más y mejor.
Ayúdame a tener compasión, que no es lástima,
sino solidaridad activa y compromiso con el otro.
Sentir con el otro, padecer con él,
movilizarse desde adentro para ir a su encuentro.
Dejar los propios intereses, para atender lo de los otros.
Aprender a dar, antes que pedir y que recibir.
Enséñame a ser solidario.
A vivir el amor de verdad y a construir
la justicia y el Reino.
Enséñame a compartir todo lo que tengo.
Ayúdame a liberarme de todo lo que me ata
y me impide ser generoso con los demás.
Ayúdame a dedicar tiempo a atender a los que sufren
y a los que necesitan.

Enséñame a descubrir tu rostro en el que pasa hambre,
o sufre sed o frío, o está desnudo, enfermo o en la cárcel.
Enséñame a verte en los despojados
que viven al lado del camino en nuestra sociedad de hoy.
En los enfermos, en los que tienen sida,
en los que se drogan, en los chicos de la calle,
en los ancianos que están solos, en los que no tienen trabajo,
en los excluidos por nuestra injusta sociedad.

(Marcelo A. Murúa)

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