Creo en la bondad humilde de José de Nazaret y en la fe desbordada de María.
Creo en la pobreza del portal con un buey y una mula, y aun sin ellos.
Creo en el anuncio de los ángeles, presencias múltiples de Dios donde están la verdad, el amor y la belleza.
Y en el gozo compartido de los pobres pastores que sueñan ilusiones y viven de esperanzas.
Creo
en la estrella peregrina y mensajera y en los Magos inquietos y
tenaces, que siempre encuentran la luz cuando la siguen, asomada a la
inmensa maravilla de Dios entre los hombres.
Creo
en los caminos que llevan a Belén, en los ríos de plata, en los montes
de musgo, en los árboles de corcho, en las luces de colores.
Creo en las estrellas, más curiosas y despiertas que nunca en el cielo madrugador de la Nochebuena.
Creo en la alegría natural, en la clara amistad entre los hombres, nacida de repente o crecida a ritmo de cosecha.
Creo en la sorpresa virgen y fértil de los niños.
Creo en la ternura de los hombres.
Creo en el amor, difícil e inseguro, pero cierto, muestra gratuita de Dios, ángel, estrella, belén de su hermosura generosa.
Creo en Jesús, hombre perfecto, Hijo de Dios, Dios perfecto a la altura del hombre.
Víctor Manuel Arbeloa
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